viernes, 20 de julio de 2012


        MASADA, SANTUARIO DE ISRAEL

Masada, palabra hebrea que significa “fortaleza”, se encuentra en la cima de un imponente peñón rocoso que se alza junto al Mar Muerto, en el extremo occidental del desierto de Judea. Su árida y majestuosa belleza se convierte en sobrecogedora cuando iniciamos el vertiginoso ascenso a bordo del teleférico que parte del moderno centro de recepción e interpretación, situado en la base de este Parque Nacional de Israel. Conforme se va ascendiendo, el panorama se vuelve inenarrable cuando la vista comienza a abarcar inmensos horizontes de colores desbocados que, junto a las manchas verdes de los palmerales, circunda las quietísimas aguas de un azul casi mineral que forma la brillante superficie del Mar Muerto, la depresión más profunda del planeta, situada a unos cuatrocientos metros bajo el nivel del mar.

Parque Nacional de Masada

Centro de recepción de visitantes

Teleférico

Desnivel de trescientos metros

Paisaje de grandiosidad mineral

Cerca de la cumbre

Con el Mar Muerto al fondo

La única fuente escrita sobre Masada está contenida en la obra de Flavio Josefo. En "La Guerra de los Judíos", comenta que Herodes el Grande construyó la fortaleza de Masada entre los años 37 y 31 a. C., equipándola “como un refugio para sí mismo". Incluía una muralla de casamatas alrededor de la meseta, almacenes, grandes cisternas que se llenaban ingeniosamente con agua de lluvia, cuarteles, palacios y una armería.

Monumento al historiador judío Flavio Josefo

Maqueta en bronce del Palacio de Herodes el Grande

Años después de la muerte de Herodes, al comienzo de la primera revuelta judía contra los romanos en el año 66 d. C., un grupo de judíos rebeldes dominó a la guarnición romana de Masada. Después de la caída de Jerusalén y la destrucción del Templo (70 d. C.) se unieron a ellos los zelotes que habían huido de Jerusalén con sus familias. Desde Masada hostigaron a los romanos durante dos años, hasta que en el año 73 d. C., el gobernador Lucio Flavio Silva marchó contra Masada con la Legión X “Fretensis”, cuatro cohortes auxiliares, dos alas de caballería, unidades auxiliares y miles de prisioneros de guerra judíos, que serían utilizados como mano de obra esclavizada.

Después de numerosos y vanos intentos por abrir una brecha en las murallas, ordenó construir una rampa que ascendiera por su lado occidental, desde un promontorio denominado la Roca Blanca, situado a unos ciento cincuenta metros por debajo de la cumbre de Masada. Para la ingente obra utilizó miles de toneladas de piedras y tierra apisonada que colocó sobre la pendiente natural, conformando una de las mayores estructuras de asedio conocidas y cuyos restos impresionan todavía al visitante.


Torre de asedio utilizada por los romanos

Rampa para la torre de asedio

Cuando ya no cabía resistir más, Eleazar Ben Yair, comandante de los judíos supo que tenían que decidir entre convertirse en esclavos de Roma o morir: eligieron la muerte. Los hombres se encargaron de la terrible misión de acabar con la vida de sus mujeres e hijos antes de terminar con la suya propia. Flavio Josefo escribe: "Y halláronse (los romanos) con una multitud muerta, pero no pudieron regocijarse en este hecho, a pesar de que los sin vida eran sus enemigos. No pudieron menos que admirarse ante el coraje de su resolución y la firmeza de su desdén por la muerte".

El fuego que devastó Masada fue provocado por los últimos zelotes antes de suicidarse. Todo fue quemado salvo los almacenes, para hacer saber a los romanos que el hambre no había sido la razón que condujo a los defensores al suicidio. Hoy, pasados casi veinte siglos, los soldados del ejército suben a las ruinas de Masada para jurar lealtad a Israel. El ritual consiste en subir a la cima y mientras contemplan los restos de la rampa romana, se abrazan entre sí por los hombros para jurar en voz alta que “Masada nunca volverá a caer”.

Visitada por miles de turistas y meta de peregrinaje para los judíos de todo el mundo, Masada es hoy un santuario que simboliza la libertad del Israel y su voluntad de perdurar como país no sometido.


El Mar Muerto frente a Masada

Murallas de la fortaleza
 
Pasadizo desde el funicular a la fortaleza

Banderas judías
                 
           Himno nacional de Israel  (Pinchar aquí)

       Mientras en lo profundo del corazón
       palpite un alma judía
       y dirigiéndose al Oriente
       un ojo aviste Sión,
       no se habrá perdido nuestra esperanza,
       la esperanza de dos mil años
       de ser un pueblo libre en nuestra tierra:
       La tierra de Sión y Jerusalén.


              
           

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