jueves, 28 de marzo de 2013


MIÉRCOLES SANTO EN MÁLAGA: TRES PARACAIDISTAS CAEN DESMAYADOS
EN LA IGLESIA DE SAN JUAN



En posición de firmes ante el Cristo de Ánimas de Ciegos






De la noticia se ha hecho eco el Diario Sur de hoy, Jueves Santo. En los titulares ya aclaraba que los desmayos tuvieron lugar durante el acto religioso celebrado ante el Cristo de Ánimas de Ciegos en la malagueña iglesia de San Juan.

La noticia del desmayo de estos hombres fornidos fue atribuida por el cronista del periódico a un posible exceso de calor durante la celebración del acto o a la forzada postura que hubieron de mantener a lo largo de toda la ceremonia. La primera hipótesis no me parece creíble, porque yo estuve allí y no aprecié que la temperatura fuese tan excesiva como para que nadie se desmayara, y mucho menos estos militares aguerridos y tan acostumbrados a situaciones extremas. Y en cuanto a la segunda, tampoco la creo probable: Para quien, por edad, tuvo que hacer el servicio militar obligatorio, sabe de las muchas horas que los reclutas teníamos que aguantar a pleno sol, los interminables ejercicios, las largas marchas con el fusil CETME a cuestas, que pesaba lo suyo y, lo más duro de todo, las sesiones de ensayo para que la Jura de Bandera resultara tan perfecta como un mecanismo de relojería.

De lo que sí puedo dar fe es de la sobria belleza de la ceremonia celebrada en la iglesia de San Juan y del calor de otra naturaleza que sofocó el ambiente en el interior del templo cuando los paracaidistas entonaron “La muerte no es final”:

                              Cuando la pena nos alcanza,
                              del compañero perdido.
                              Cuando el adiós dolorido,
                              busca en la fe su esperanza
                              en tu palabra confiamos
                              con la certeza que Tú,
                              ya le has devuelto a la vida,
                              ya le has llevado a la luz.











¿Cómo no recordar en esos momentos los seres queridos que nos han dejado y abandonar nuestras máscaras por unos instantes para dejarnos penetrar por esa necesidad inexplicable de vida eterna que se esconde en el corazón de los hombres desde que la Humanidad emerge en las tinieblas de los tiempos?

Las viriles voces, el estruendo de los tambores y trompetas del batallón, que restallaron en las bóvedas barrocas de la iglesia como aldabonazos en las conciencias, veladas por el humo del incienso que enrarecía el aire en la garganta, mientras que las toses apenas disimulaban los nudos como puños y los pañuelos enjugaban lágrimas inoportunas que furtivamente brotaban de manantiales largo tiempo agotados. ¿Acaso no hubiéramos tenido que ser de piedra para no sentir emoción alguna ante la singularidad del momento?

Para mi tengo que estos mocetones fuertes y valerosos se desmayaron de pura expectación emocional: las razones del corazón, de las que hablaba Pascal. Lo cual no solo me parece mucho más poético, sino que, sin pecar de exageración, creo que se ajusta más a la realidad vivida. Tanto, que los versos del romance del Mío Cid referidos a la Jura de Santa Gadea cobraron de pronto una inusitada corporeidad en mi memoria: “Las juras eran tan fuertes/ que a todos ponen espanto/ sobre un cerrojo de hierro/ y una ballesta de palo...”


Inicio del Vía Crucis en el interior de la Iglesia de San Juan

Instalando al Crucificado en su trono procesional






En cualquier caso, salir a la calle una vez acabada la ceremonia religiosa sirvió para expandir los pulmones y que las tensiones acumuladas se aliviaran, pero, aún bajo el cielo luminoso de la primavera malagueña, el desfile de los caballeros paracaidistas con el Crucificado a hombros seguía siendo la escena soberbia de un teatro improbable que a más de un transeúnte mañanero cogió de improviso y que se acercó al cortejo atraído por el estruendo anunciador de las trompetas y tambores, sobre todo a los centenares de miles de forasteros y turistas que durante la Semana Santa recalan en Málaga abarrotando calles y plazas. En sus rostros y gestos pude leer el asombrado arrobo que experimentaban ante semejante espectáculo. Al fin y al cabo, encontrarse en plena calle con la imagen de un Cristo del siglo XVII, portado por paracaidistas del siglo XXI, no es un suceso que pueda contemplarse todos los días.































La escultura del Cristo de Ánimas de Ciegos data de 1649 y se debe a Pedro de Zayas, quien la talló para la Hermandad de las Ánimas del Purgatorio, radicada desde mediados del siglo anterior en el convento franciscano de San Luis el Real y que hunde sus raíces en la legendaria historia de los monjes ciegos, adiestradores de las mujeres musulmanas tras la toma de la ciudad por los Reyes Católicos.

La bicefalia típica de las cofradías de la época trajo consigo en esta hermandad la peculiaridad consistente en que uno de los mayordomos fuera invidente, un hecho que se perpetuó y en recuerdo del cual, pasados los siglos, fueron declarados los ciegos de la ONCE hermanos mayores honorarios de esta peculiar cofradía. A partir de 1646, después de reformada la capilla, fue cuando se planteó la realización de un crucificado que sirviera de titular, incorporando así otra novedad dentro de las hermandades de ánimas, que solían venerar imágenes pictóricas mus estadarizadas.






















La imagen del Cristo es de marcada frontalidad derivada de su concepción para ser vista en el retablo de la iglesia, mostrando el arcaísmo de su composición al presentar una suavidad estética más propia de un manierismo arcaicamente italianizante que del exacerbado barroquismo imperante en la época de su realización. La suave ondulación de su cuerpo, el desplome de la cabeza y su policromía a pulimento delatan claramente que dicha filiación manierista se ha conservado a pesar de las restauraciones que ha necesitado la vieja talla desde la década de nuestro Siglo de Oro posterior a aquella en la que murió el gran Lope de Vega (fallecido en 1635), autor del célebre “Soneto a Jesús Crucificado” que a continuación transcribo.








   ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
   ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
   que a mi puerta, cubierto de rocío,
   pasas las noches del invierno oscuras?

    ¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras
   pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
   si de mi ingratitud el hielo frío
   secó las llagas de tus plantas puras!

    ¡Cuántas veces el ángel me decía:
    Alma, asómate agora a la ventana;
   verás con cuánto amor llamar porfía!.

   ¡Y cuántas, hermosura soberana,
    “mañana le abriremos”, respondía,
   para lo mismo responder mañana!”












viernes, 15 de marzo de 2013


  11-M: LA BURDA TRAMOYA DE LOS 
         EXPLOSIVOS ASTURIANOS
             
               "La verdadera ignorancia no es la
               ausencia de conocimientos, sino
              el hecho de negarse a adquirirlos".                                                       
                                             Karl Popper    

Cadáveres de las víctimas en la estación de El Pozo

Han pasado ya nueve años desde que el 11 de marzo de 2004 nos despertamos con las terribles imágenes de la masacre de los trenes de cercanías de Madrid, que estallaron a hora punta en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, dejando 191 muertos y cerca de 2000 heridos, muchos de los cuales continúan hoy con secuelas prácticamente irreversibles.

En esta entrada no me propongo volver a relatar la cadena de acontecimientos extraordinarios que tuvieron lugar a partir de entonces a una velocidad que nos dejó a todos sin aliento, desde la detención inicial de Jamal Zougam a la explosión del piso de Leganés, por no hablar de las sesiones de la escandalosa parodia en la que se convirtió el juicio de la Casa de Campo, en el que el juez Javier Gómez Bermúdez alcanzó el estrellato mediático y posteriormente recibió del Sr. Rubalcaba, entonces omnipotente Ministro del Interior y Vicepresidente del Gobierno, todas las condecoraciones y medallas habidas y por haber, así como su fulgurante ascenso en la carrera judicial, como agradecimiento a los servicios prestados en orden a dejar atado y bien atado el tenebroso asunto de la autoría, tanto intelectual como material, de la masacre de Madrid.


El juez Javier Gómez Bermúdez

No hace falta ser un lince para ver que el mensaje de la sentencia dictada por el Tribunal del 11-M, presidido por el juez Gómez Bermúdez no pudo estar más claro: el funcionamiento de los aparatos del Estado no se discute, su policía ni se toca y los Servicios Secretos son como los ectoplasmas de los espiritistas, que sólo aparecen si los convoca el médium. Y pobre del que no esté de acuerdo, porque será sometido a escarnio público y el rebaño entero lo pondrá en la picota por el delito extraordinario de no conformarse de las mentiras flagrantes con las que se construyó la verdad "oficial" de lo que sucedió aquel funesto jueves de marzo de 2004. ¡Qué gratificante para tantas conciencias poco rigurosas resguardarse con una “verdad legal” que suplante a la verdad real, y todo para que la Justicia que soportamos salga fortalecida, que las dos principales fuerzas políticas queden empatadas y exoneradas de toda responsabilidad y libres para seguir apostando por ocupar el Poder, sin tener que preocuparse en esclarecer cual fue la mano criminal responsable de la sangre que se derramó en Madrid aquel siniestro 11 de marzo de 2004. 

Una oscura historia

Si miramos hacia atrás y examinamos la investigación del 11-M, resulta evidente que para determinar la autoría de los atentados era preciso que, tras conocer la composición de los explosivos usados en la voladura de los trenes, fuera determinada su procedencia. Al día siguiente de la masacre, viernes 12 de marzo, fueron puestas en circulación las dos ecuaciones siguientes: Titadyne = ETA y Goma 2 Eco = terrorismo islamista, dicotomía falaz que sagazmente manipulada fue utilizada de inmediato para cambiar la autoría del atentado, descartando la inicial atribución a ETA y vinculando la autoría de los atentados al terrorismo islamista, según apareció a toda portada en la prensa nacional e internacional, operación que fue acompañada de una maniobra mediática sin precedentes, diseñada para cambiar el signo electoral que marcaban las encuestas en las elecciones celebradas dos días más tarde.



Esta perversa manipulación sirvió entonces para que nadie viera algo esencial: que se utilizaron pruebas falsas para ocultar el explosivo usado en los atentados o, dicho de otra manera, que se ocultó el explosivo para introducir en la versión oficial las pruebas falsas que sirvieron para endosar la autoría de la masacre al terrorismo islamista.  

El primera circunstancia pone el acento en que después de cometidos los atentados, se fabricaron apresuradamente pruebas falsas para desviar la investigación y que no se llegara a saber quienes fueron los que idearon y ejecutaron, pudiéndose dar el caso de que los autores fueran unos y otros distintos los que falsificasen las pruebas llevados por el único interés de ocultar la verdad. La atribución islamista podía suponer algo peor: que en el plan ideado por los autores intelectuales de la masacre estuviera desde el primer momento la idea de manejar la autoría para que el Gobierno presidido por José María Aznar quedara en evidencia y poder acusarlo de estar mintiendo en las mismas vísperas electorales. Ante tal situación cabían dos hipótesis de trabajo: 

1ª) Que la voluntad criminal que decidió, organizó y ejecutó la masacre en los trenes de cercanías tenía conexiones con los que desde los cuerpos policiales hicieron desaparecer las huellas materiales de los atentados por el inteligente procedimiento de colocar en su lugar pruebas falsas que pudieran conducir, según fuesen las circunstancias, a dos conclusiones alternativas y reversibles respecto a la autoría: ETA o islamistas.

2ª) Que los dos tipos de explosivos que sirvieron de base para establecer la dicotomía, Titadyne y Goma 2 Eco, fueron simples cebos para encarrilar y encasillar la investigación policial y justificar la autoría de los atentados, que fueron cometidos por un tercer tipo de explosivo, cuyo rastro jamás debería aparecer en la investigación ni, en consecuencia, en la versión oficial de los atentados.

En las primeras fases de las investigaciones realizadas fue ganando adeptos la primera hipótesis, que al día de hoy cabe descartar absolutamente. Contra lo que los medios de comunicación no se cansan de seguir proclamando, el 11-M no fue un golpe de Estado, al margen del partido político que estuviera o esté al frente del Gobierno de la nación. No obstante, a falta de disponer de los medios probatorios que permitieran considerar la segunda posibilidad en los días inmediatamente posteriores a la masacre, la sustitución de la autoría etarra por la islamista sirvió para encender un enconado debate entre los defensores de una u otra opción, con lo que se sustrajo de la escena pública lo que importaba: saber a ciencia cierta qué había pasado. La voluntad de conocer quienes fueron los que cometieron los atentados fue sustituida por el enfrentamiento sectario y enrarecido en el que las elecciones fueron celebradas. Caer en la tentación de dar cuerda al viejo cainismo español, con los muertos de los trenes como armas de combate, constituyó un espectáculo miserable y, lo que es peor, sirvió para facilitar que la investigación de los hechos sucedidos fuese usurpada por un enfrentamiento radical que ha servido, entre otras cosas, para convertir en tabú todo lo que desde entonces ha tenido que ver con el 11-M.





La prueba pericial de explosivos ordenada por el tribunal del 11-M pasará a la historia como uno de los mayores escándalos de un país acostumbrado a que la Justicia sea un auténtico esperpento. Repasemos los hechos:

Incumpliendo el protocolo, esas muestras no se llegaron a enviar a la Policía Científica para su análisis.

Los vagones explotados se comenzaron a desguazar sólo 48 horas después de la masacre, en lugar de conservarlos hasta el juicio, como marca la Ley de Enjuiciamiento Criminal. También las toneladas de restos recogidos en los vagones desaparecieron como por arte de magia, sin que sepamos qué fue de ellas., de tal modo que centenares de objetos de las víctimas (incluyendo ropas, documentación, calzado) fueron quemados en el vertedero de Valdemingómez. 

Decenas de restos electrónicos recogidos en los trenes fueron reducidos a polvo en una trituradora industrial de las afueras de Madrid.

En la Comisión de Investigación del 11-M, el entonces jefe de los Tedax afirmó que se había encontrado nitroglicerina en los focos de explosión, lo que echaba por tierra la hipótesis de que hubiera podido emplearse Goma2-ECO en las bombas, porque ese explosivo no contiene nitroglicerina. Cuando se señaló la contradicción, el jefe de los Tedax achacó sus palabras a un error.

Después de dos años de instrucción sumarial, jamás se llegó a incluir en el sumario un informe en el que se detallara qué componentes de explosivo se habían encontrado en cada uno de los focos. Cuando se le preguntó en el juicio a la jefa del laboratorio de los Tedax por qué no había indicado los componentes encontrados, contestó que "porque nadie le había preguntado".

Ante la inexistencia de pruebas respecto al explosivo utilizado en los trenes, el Tribunal ordenó realizar una prueba pericial para aclarar esa cuestión. Para evitar posibles manipulaciones, ordenó que esa prueba pericial fuese grabada en vídeo en su total integridad.

A pesar de haberse recogido en su día toneladas de muestras, a los peritos se les entregó para su análisis un minúsculo conjunto de ellas, la mayoría lavadas previamente con agua y acetona, sin ningún tipo de garantía de no haber sido previamente manipuladas y sin ningún soporte documental que acreditara que efectivamente procedían de los trenes. De alguno de los focos de explosión no se les llegó a entregar a los peritos prueba alguna.

A pesar de todo, en ese análisis pericial de los explosivos aparecieron componentes que no forman parte de esa Goma2-ECO, que la versión oficial sostenía que se había utilizado.

Cuando apareció por primera vez uno de esos componentes que no forman parte de la Goma2-ECO, la grabación en vídeo de la prueba se interrumpió, debido a un providencial corte del fluido eléctrico.

Al repetirse los análisis empezaron a aparecer en las muestras todo tipo de componentes que antes no habían aparecido.


El perito químico Antonio Iglesias

En cualquier otro país con una Justicia digna de ese nombre, el Tribunal habría interrumpido o anulado el juicio y adoptado las medidas necesarias para que se pusieran a disposición del juez instructor todas las pruebas recogidas en los escenarios de explosión. Pero el Tribunal presidido por Gómez Bermúdez, con el apoyo insistente y hasta estridente de la fiscal Olga Sánchez, dio por válido que en los trenes se había utilizado Goma2-ECO, sin pedir que se aclarara el destino de las muestras recogidas y si exigir que se repitieran unos análisis que habían resultado un completo escándalo, sin pedir explicaciones a quienes durante dos años de instrucción sumarial habían ocultado los componentes aparecidos en los focos de explosión y sin investigar los misteriosos cortes de luz que determinaron la imposibilidad de garantizar que no se hubieran realizado manipulaciones durante la realización de la prueba pericial.

Como cualquiera puede concluir fácilmente, la autoría reversible para jugar desde el principio a dos bandas, ETA e islamistas, requería también la determinación fehaciente del explosivo utilizado para permitir el juego de las dos opciones que correspondían a los dos tipos de explosivos objetos del cambalache: Goma-2 ECO y Titadyne. Dos magníficas cortinas de humo casi tan impenetrables como si hubieran sido de acero y que impidieron, de hecho, que nadie buscara inmediatamente la posibilidad de un tercer tipo de explosivos que rompiera la dualidad inicialmente establecida, ya que si se hubiese demostrado, toda la versión oficial habría saltado hecha añicos. Y tal cosa no podía consentirse de ninguna de las maneras.    

Lo mismo que cualquiera de las dos opciones de la autoría reversible fueron consecuencias de un montaje fabricado para ocultar la verdad, con los explosivos reversibles sucede otro tanto: que fueron utilizados para oscurecer desde el inicio las claves de la investigación y ocultar la identidad del verdadero explosivo empleado para volar los trenes, que no fue ni goma-2 ECO, ni Titadyne, sino un tercer explosivo mucho más mortífero, de tal modo que la cantidad requerida para producir la devastación deseada fuese menor, su transporte resultara más fácil y su colocación más segura. Más tarde, para asegurar definitivamente la ocultación buscada, terminaron espolvoreando el guiso final con metenamina, un compuesto que fue utilizado para contaminar las escasas muestras conservadas por la policía, permitiendo que sobre la chapuza de la versión oficial, el juez Gómez Bermúdez cocinara nuevas indefiniciones durante la celebración del Juicio, que terminó incluyendo en la Sentencia que finalmente dictó.

En opinión de muchos expertos independientes, el estudio de los focos de explosión apunta a que se emplearon artefactos mucho más manejables y seguros que los que pudieran ser transportados en mochilas y que, desde luego, ni siquiera quepa asegurar que las explosiones provocadas en los vagones de los trenes fueran producidas por la colocación de las mochilas-bombas que aparecen de manera harto atrabiliaria en la versión oficial y, gracias a los medios de comunicación, en la memoria colectiva de los españoles. Y es que lo más probable es que para reventar los trenes se utilizara semtex o un explosivo de uso militar muy parecido. Este tipo de explosivos es moldeable, inodoro, fácil de usar, estable durante muchos años, apto para ser combinado con otros explosivos y sus cargas son fáciles de armar, estabilizar y detonar.



El empleo de semtex explicaría el misterio de la rápida desaparición de los vagones afectados por las explosiones, así como de todos los objetos pertenecientes a las víctimas de la masacre, o incluso la quema del cadáver del GEO Torrenteras, ya que con la exhumación de sus restos hubieran podido analizarse restos de orina, sangre o ADN, demostrándose que estuvo en contacto con este temible explosivo, con todo lo que tal cosa habría implicado para el atrezzo del episodio de Leganés. En mayor abundamiento, cuando los primeros TEDAX llegaron a los lugares de los atentados y observaron los efectos de las explosiones, su impresión inicial fue que lo que había estallado era un alto explosivo militar, C3 o C4, que lo hacen a unos 8300 m/sg, o tal vez semtex, que lo hace a 9000 m/sg.

La consecuencia más directa e importante de esta autoría, que podríamos llamar “reversible”, está en que pasara lo que pasara, siempre cabría acusar al Gobierno de haber mentido, constituyendo un montaje que no podía fallar, una especie de comodín adaptable a cualquier posible situación posterior.


Quiero dejar bien claro que la realización de esta maquiavélica operación no la vinculo, ni directa ni indirectamente, con nadie perteneciente al Partido Socialista, que resultó ganador de las elecciones celebradas el domingo 14 de marzo de 2004. Otra cosa bien distinta es que fuera utilizada para desprestigiar la gestión realizada por el Gobierno y sirviera para influir en el electorado en contra del Partido Popular. Basta recordar cómo actuó la cúpula socialista, con Rubalcaba a la cabeza, para aprovecharse de la confusión generada y acusar al Gobierno de mentir, versión que, pese a las evidencias en contra, todavía sostiene buena parte de la opinión pública española, que sigue sin advertir que la gran patraña en que se convirtió la versión oficial del 11-M fue el resultado final del pacto entre los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE. Pero esta es una cuestión que merece un análisis diferenciado respecto a la cuestión relativa a la procedencia de los explosivos usados en los atentados, qu es el objeto de esta entrada.

Siguiendo el rastro de los explosivos usados en el 11-M, resulta lógico comprender que para encaminar la investigación hacia las conclusiones deseadas, después de la “identificación” del explosivo y de los detonadores utilizados, el paso siguiente no podía ser otro que determinar su procedencia. Lo más fácil fue elegir el origen asturiano, señalándose a Mina Conchita como el lugar de donde los explosivos fueron robados. Para decirlo en pocas palabras, eligieron a Mina Conchita porque era la salida que encontraron más a mano, pues había servido durante años como pantalla para el tráfico de explosivos manejado por las fuerzas de seguridad que utilizaban la red de Antonio Toro, confidente policial, para poder colocarla, evidente marcada para que fuese detectable, en los depósitos de los terroristas vinculados a ETA. Como Antonio Toro no podía resultar condenado, fue utilizado su cuñado, Antonio Suárez Trahorras, como a el tonto útil que terminó apechugando con la culpabilidad de haber suministrado los explosivos a los terroristas islamistas que supuestamente cometieron los atentados. Antes de la celebración del juicio, Trashoras nunca supo que era usado como cortafuegos para proteger a su cuñado desde mucho antes del 11-M.

Antonio Toro

La dinamita que vendía Toro, según testigos investigados por el periodista Fernando Múgica, venía directamente de fábrica. Toro utilizaba a su cuñado y a esa mina como señuelo para que los compradores vinculados al, entramado etarra no sospecharan su verdadera procedencia. Por eso podía ofrecer centenares de kilos a la semana, una cantidad que nunca hubiera podido sustraerse ni siquiera de la mina peor vigilada de España.


El extraño viaje

La investigación que sigue, muy poco divulgada, fue elaborada por Silvia Velasco. Con el título de “El extraño viaje”, se publicó en cuatro capítulos los días 18, 22, 25 y 29 de junio de 2009 en “Asturias Liberal. Periódico Digital de información y noticias”. Su indudable rigor, al margen de las otras investigaciones paralelas llevadas a cabo, resulta definitivo para establecer que la atribución a Mina Conchita de ser lugar de origen de los explosivos utilizados es tan falsa como todas las demás conclusiones incorporadas a la versión oficial del 11-M, que sirvió al juez Bermúdez para elaborar esa componenda pactada entre el Partido Popular y el PSOE que se llamó “sentencia”, orientada para cerrar el paso a nuevas investigaciones tendentes a aclarar quien o quienes fueron los autores intelectuales que decidieron, elaboraron y coordinaron la ejecución material de los atentados a los trenes de cercanía en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Engracia en la triste mañana del 11 de marzo de 2004.

Uno de los aspectos más controvertidos de la investigación de los atentados del 11M fue determinar el tipo y el origen de los explosivos utilizados. Durante el período de instrucción se dio por hecho que fue goma 2 ECO robada en una explotación asturiana llamada Mina Conchita. Sin embargo, el Tribunal presidido por Bermúdez no lo tenía tan claro y ordenó una pericial para que se analizaran los escasos restos que quedaban de los focos de las explosiones. Estas son las conclusiones a las que llegó el Tribunal

1ª) El explosivo utilizado por los terroristas fue, en todos los casos, dinamita plástica, "tipo goma 2".

2ª) No se sabe con absoluta certeza la marca de la dinamita que explotó en los trenes, pero sí que toda o gran parte de ella procedía de mina Conchita.

La interpretación que hizo el Tribunal de los resultados de esta prueba pericial ha sido posteriormente cuestionada por Antonio Iglesias, el perito nombrado por la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, en un informe donde se demuestra que en al menos uno de los focos aparecieron muestras de Titadyn. Lo cual no sirve para demostrar de manera inequívoca que alguno de los dos tipos de explosivos mencionados fuese el utilizado por el grupo terrorista que cometió los atentados, dada la novelesca trapisonda que resultó ser el proceso de su determinación por parte de la policía, cuyas folletinescas vicisitudes ocupa miles de folios de las actas procesales del Juicio de la Casa de Campo.

Pero centrémonos en lo que nos dice la sentencia de la Audiencia Nacional sobre la procedencia de la dinamita y sobre cómo los terroristas se hicieron con ella. El juez Bermúdez da por probado que la noche del 28 al 29 de febrero de 2004 tres de ellos robaron la mayor parte de la goma 2 ECO en Mina Conchita con la ayuda de Trashorras y Gabriel Montoya Vidal. Merece la pena analizar con detalle la versión oficial de cómo se desarrolló el robo de los explosivos en Asturias durante ese último fin de semana de febrero de 2004.

Así se relata en la Sentencia la llegada de los marroquíes a Asturias y lo que hicieron la tarde noche del 28:

"En la tarde del 28 de febrero de 2004 Suárez Trashorras fue a buscar a Montoya Vidal en el (automóvil) Toyota Corolla. Le acompañaba Jamal Ahmidan, alias el Chino o Mowgly, a quien Montoya conocía por haberle entregado la bolsa con explosivos en Madrid a principios de mes. Iban acompañados por otro vehículo marca Volkswagen, modelo Golf, de color negro, en el que iban los fallecidos Mohamed Oulad Akcha y Abdennabi Kounjaa.

"Ambos vehículos se dirigían hacia la mina cuando Emilio Suárez Trashorras recibió una llamada de su mujer, la procesada Carmen Toro Castro, por lo que se dio la vuelta y se dirigió a su domicilio en Avilés. Allí cogió unas botas que prestó al Chino y emprendió a continuación el camino hacia la mina.

"Una vez allí, Suárez y el Chino se adentraron en ella, mientras Montoya, Kounjaa y Mohamed Oulad esperaban en los coches. Pasados unos cuarenta y cinco minutos regresaron ambos y Suárez Trashorras le comentó a Jamal Ahmidan que se acordara de coger las puntas y tornillos que estaban unos quince metros más adelante.

"Tras esto regresaron a Avilés donde los forasteros compraron tres mochilas, tres macutos o bolsas de deportes, tres linternas, dos pares de guantes, alimentos y otros efectos en el centro comercial Carrefour, tras lo cual se reunieron con Emilio Suárez Trashorras y Montoya Vidal en la casa del primero, sita en la calle Llano Ponte".

Sentencia de la Audiencia Nacional. HECHOS PROBADOS. Página 198.


Emilio Suárez Trashorras

El temporal

El 28 de febrero de 2004 tuvo lugar un fuerte temporal, siendo las regiones del Norte las zonas más afectadas. A pesar de ello, el Chino y sus acompañantes decidieron hacer el viaje desde Madrid a Avilés en plena tormenta, para reunirse con Trashorras, con la intención de robar explosivo en Mina Conchita. Ya de entrada, resulta muy extraño que decidieran correr semejante riesgo. Tal y como estuvieron las carreteras ese fin de semana, las posibilidades de tener un accidente o quedarse atrapados en la carretera eran elevadas. De hecho, los titulares de todos los periódicos del 28 de febrero abrían su información con noticias del temporal.

En los periódicos regionales asturianos se podía leer lo siguiente:

La Voz de Asturias: “BAJO CERO. El anunciado temporal de nieve colapsa Asturias.”

La Nueva España: “La nieve cierra el Huerna, incomunica Asturias, colapsa todas las carreteras y deja aislados a miles de asturianos. Hoy será el peor día y hasta el martes no se prevé una mejoría.”

El Diario de León abría así: “La nieve provoca el caos en las carreteras y aísla a más de tres mil leoneses. 500 camiones quedan bloqueados en la A-66 entre León y la Magdalena al cerrarse el acceso a Asturias”.

Si Trashorras debía proporcionarles el explosivo ese preciso fin de semana, parece muy extraño que no avisara a sus compañeros de la adversa situación meteorológica. Si lo llegó a hacer resultaría todavía más extraño que a los marroquíes, que no es gente habituada a conducir bajo semejante temporal de nieve, no les importara en absoluto y decidieran emprender el viaje. Tampoco se puede decir que les fuera difícil conseguir información sobre las condiciones climatológicas y las predicciones para ese fin de semana, ya que los telediarios de todas las cadenas y los periódicos nacionales también avisaron del temporal:

El País: “El temporal de nieve paraliza media España” .“El temporal de nieve colapsa la mitad Norte”.

El Mundo: “Tráfico desaconseja circular por la mitad Norte de España durante el fin de semana”.

ABC: “Sigue el temporal. Las fuertes nevadas caídas ayer, y que continuarán durante el fin de semana, dejaron media España paralizada”.

Concretamente, la autopista de montaña AP-66 que comunica Asturias y León estuvo cortada en diferentes tramos a lo largo de la noche anterior y parte de la mañana siguiente, como en su día informó la Dirección General de Tráfico y quedó registrado en los informes referentes a aquellos días:

AP-66, en el día 28 de febrero, nivel rojo (uso obligatorio de cadenas para turismos, prohibida la circulación de vehículos articulados, camiones y autobuses.) a causa de incidencia meteorológica entre los puntos kilométricos 113+000 al 86+000, desde las 00:47 hasta las 7:23 horas. Intervalos de nivel negro (calzada cortada), desde la 1:56 hasta las 4:02 horas y desde las 7:23 hasta las 10:00.

También en la AP-66 anunciaba las misma restricciones entre los puntos kilométricos 68+000 al 84+000, desde las 04:00 lasta las 7:19 horas y, posteriormente, entre estos mismos puntos kilométricos desde las 7:19 hasta las 12:44 horas.

Los terroristas debieron salir de Madrid alrededor de las once de la mañana, según los posicionamientos del teléfono de Jamal Ahmidan "el Chino. Es decir, que cuando iniciaron el viaje, todavía se mantenían los cortes de la autopista en Asturias y nadie podía asegurarles que no se volvieran a producir a lo largo del día. En cualquier caso, aunque encontraran las carreteras abiertas al tráfico, su estado no era, ni mucho menos, el más conveniente para circular.

La foto siguiente, publicada en "La Voz de Asturias" el 29 de febrero, muestra cuál era el estado de la Autopista AP-66 aproximadamente a la una de la tarde, poco antes de que los terroristas tuvieran que pasar por ella, que debió ser entre las 15.30 y 14:00 horas.

Hilera de camiones después de que se autorizara la apertura de la vía


Del mismo modo, la foto que sigue fue publicada en el diario de León, también el día 29 de febrero, ilustrando la noticia: “Quinientos camiones quedaron bloqueados en la A-66 entre León y la Magdalena al cerrarse el acceso a Asturias”.

Camiones en la autopista, en la que quinientos vehículos quedaron bloqueados
durante la noche del 28 al 29 de marzo de 2004
 

Si el temporal no pudo cogerles desprevenidos y el viaje fue producto de una decisión consciente, aunque arriesgada, debe suponerse que irían preparados para lo que les esperaba en Asturias, sobre todo sabiendo que deberían subir a pie y de noche por el sendero de una montaña nevada para robar los explosivos. Pero la lógica más elemental nada tiene que ver con cualesquiera de las circunstancias relacionadas con el 11-M. En la sentencia aparece que Trashorras tuvo que prestar al Chino unas botas de montaña, porque éste apareció con zapatos náuticos, según declaró Trashorras en el juicio. Más adelante relata el juez Gómez Bermúdez que tras un primer viaje a la mina, fueron a un centro comercial a comprar mochilas, guantes y linternas. Se nos presenta como prueba un tícket de compra que marca las 21:26:14. Este centro comercial cierra a las 22:00 h., no existiendo en Avilés ningún comercio abierto a semejantes horas. Si hubiesen tardado un poco más, o hubieran sufrido algún retraso en el primer viaje a la mina, habría resultado imposible conseguir el material necesario para llevar a cabo el robo de los explosivos.


De compras en Carrefour

Al margen de lo ilógico de semejante falta de previsión y de la compra de material a última hora, el episodio resulta muy interesante, porque la declaración de la cajera de Carrefour que les atendió esa noche sirvió como prueba al Tribunal para situar a los terroristas en Asturias durante el fin de semana. Examinemos con detalle sus declaraciones, porque el asunto lo merece.

En primer lugar, a la cajera de Carrefour se le llama a declarar casi un año después de los hechos. Su primera declaración tiene lugar el día 1º de febrero de 2005 a las 18:40 horas ante la Guardia Civil de Avilés. Dice la cajera que recuerda a un grupo de al menos cuatro o cinco hombres, que podrían ser cinco, que compraron tres mochilas, tres bolsas, tres linternas, alimentos y otros efectos.

Respecto a ellos recuerda que uno tenía bigote, pelo rizado, moreno y delgado, de edad aproximada entre 30 y 40 años y también a otro más joven de unos veinticinco años y que todos tenían apariencia de ser marroquíes o árabes. No obstante, en el álbum fotográfico que se le muestra no reconoce a las personas que efectuaron la compra antes descrita. Es decir, que a la primera vez que examina las fotos no reconoce a ninguno de los sospechosos. Pero, sorprendentemente, hora y media después, a eso de las 20:00 horas, realiza otra declaración en la que ya identifica a Jamal Ahmidan. Dice que la persona reseñada en el álbum fotográfico con el número 15, con el pelo un poco más largo y sin gafas, podría ser una de las personas que adquirieron las mochilas y las linternas en el centro comercial Carrefour el día 28 de febrero de 2004.

Este reconocimiento resulta bastante extraño, ya que en esa misma hoja del álbum fotográfico, y con el núm. 2, figura otra foto de Jamal Ahmidan como ella recuerda que iba ese día, sin gafas y con el pelo más largo, pero no le identifica y, ¡oh millagro!, sí es capaz de identificarlo en la foto que llevaba un año saliendo en los medios de comunicación.

Foto núm. 2
Jamal Ahmidan, el Chino


Posteriormente, a las 11:40 horas del día siguiente, 2 de febrero de 2005, vuelve a declarar y cambia su testimonio para decir que reconoce a Abdenabi Kounjaa y también a la persona reseñada con el número 2 como al que llevaba el carrito de la compra con las mochilas, las linternas y los alimentos, junto a otras tres o cuatro personas más, volviendo a puntualizar que todos ellos tenían aspecto árabe.

En una cuarta declaración efectuada el día 18 de marzo de 2005 y durante el juicio mantiene los reconocimientos, aunque introduce una pequeña, pero importante variación: Ya no son cuatro o cinco personas las que realizaron aquella compra, sino tres, como dice la versión oficial, de las cuales recuerda a dos.

De esta forma ratifica en el juicio los reconocimientos: "No llevaban el aspecto de esa fotografía, pero sí, se parecen, sí, son ellos...".

Causa pasmo que la testigo sea capaz de reconocer a unos hombres que atendió un año antes, durante apenas unos segundos, en unas fotografías en las que ni siquiera tenían el mismo aspecto que entonces.

Resumamos. Hasta ahora tenemos lo siguiente: el día 28 de febrero de 2004, tres marroquíes cruzan la mitad Norte de España en un automóvil Volkswagen Golf en medio del mayor temporal de los últimos años, camino de una mina con la intención de robar explosivos en plena noche para cometer un atentado. Emprenden el viaje sin linternas, sin el calzado adecuado y sin bolsas o mochilas donde cargar los explosivos, siendo dos de ellos identificados de una manera un tanto sospechosa por la cajera de un centro comercial después de un año de que sucedieran los hechos. Extraño, ¿no?


Cómo se robó la dinamita y las contradicciones del "Gitanillo”.

En el apartado anterior hemos analizado las circunstancias en las que realizaron el viaje a Asturias los supuestos terroristas del 11-M, así como la falta de preparación del mismo que se refleja en la compra de material en el centro comercial Carrefour situado a las afueras de Avilés. Todo ello basándonos en el relato de los hechos que hace el juez Bermúdez en la Sentencia emitida por la Audiencia Nacional. Ahora nos vamos a centrar en cómo se realizó la operación del robo de los explosivos.

Si ya es extraño que decidieran realizar tan arriesgado viaje en semejantes condiciones, cuenta la versión oficial que Trashorras envió a Madrid varias bolsas de deporte llenas de explosivos utilizando autobuses de la empresa ALSA, porque su modo de operar era pagar a jóvenes de su entorno de Avilés que tuvieran deudas pendientes para que llevaran los explosivos hasta Madrid en autobús a Madrid. Eso es lo que nos cuentan, aunque no esté demostrado, porque ninguno vio el contenido de las bolsas y Trashorras siempre ha mantenido que transportaron drogas. No obstante, en el fin de semana que nos ocupa varió el modo de actuar, de tal modo, que, en este caso, fueron los terroristas los que viajaron a Asturias para conseguir el explosivo. Esta vez serían ellos mismos los que harían el trabajo, subir a la mina y robar la dinamita. ¿Qué fue lo que les hizo cambiar y decidirse a realizar una operación tan arriesgada en un fin de semana como ese? No lo sabemos. Pero si esto ya resulta difícil de creer, lo realmente increíble es lo que pasó aquella noche. Si leemos con detenimiento los hechos probados de la Sentencia, vemos que no se realizó un solo viaje a la mina para robar la dinamita, sino tres. Tres viajes, por la noche, con nieve y por carreteras secundarias. Además no se movieron en un coche, sino en tres. ¿Eran necesarios esos tres viajes y los tres coches para llevar a cabo la operación? Veamos.



El relato que hace Gómez Bermúdez de los hechos, se basa casi exclusivamente en las declaraciones de Gabriel Montoya Vidal, conocido como “el Gitanillo”. ¿Permiten sus numerosas declaraciones reconstruir los hechos sin contradicciones? Las cosas sucedieron de la siguiente manera según este testigo:

Como ya ha quedado dicho, Jamal Ahmidan, Abdenabi Kounjaa y Mohamed Oulad Akcha llegan a Avilés el 28 de febrero por la tarde en un Volkswagen Golf negro y van a buscar a Trashorras a su casa. Éste y El Chino montan en el Toyota Corolla que tenía Trashorras y pasan a buscar al Gitanillo. Se dirigen entonces en un primer viaje a mina Conchita. Una vez allí, Trashorras y el Chino se adentran en la montaña y tras cuarenta y cinco minutos regresan con las manos vacías, aunque antes de irse, “el Gitanillo” escucha como Trashorras le comenta a Jamal Ahmidan que se acordara de coger las puntas y los tornillos que estaban unos quince metros más adelante, aunque no lo hace en ese momento. Regresan entonces a Avilés y se dividen: los moritos van a hacer las compras a Carrefour en el Golf, mientras que el Gitanillo y Trashorras van a casa de éste en el automóvil Toyota Corolla.

Veamos lo que sucedió después. Así relata la Sentencia en base a las declaraciones de el Gitanillo el segundo viaje a la mina:

"A continuación, los cuatro, Montoya junto con Jamal Ahmidan, a bordo de un Ford Escort de color blanco y Mohamed Oulad con Kounjaa en el Volkswagen Golf, se encaminaron otra vez a la mina. Antes de llegar, dejaron el Golf en un aparcamiento que hay pasado un puente y siguieron camino los cuatro en el Ford Escort hasta la mina, donde se adentraron con las mochilas y bolsas, salvo Montoya que se quedó ocultando el coche tras unos arbustos.

"Pasadas varias horas regresaron los tres forasteros con las bolsas y mochilas cargadas y le comentaron a Montoya que se habían perdido y tuvieron que llamar a Emilio. El cargamento fue introducido en el Ford y emprendieron el camino de regreso a Avilés.

"En el trayecto se cruzaron con Suárez Trashorras, que iba en el Toyota Corolla. Este paró el vehículo y subió a Montoya con él. Con esta distribución en los coches se dirigieron al garaje de Emilio en Avilés y allí sacaron los explosivos de las mochilas que iban en el Ford Escort y las pasaron al Volkswagen Golf.

Sentencia de la Audiencia Nacional. HECHOS PROBADOS. Página 198-199.

Resulta curioso que en el primer relato de su declaración en el juicio, Gabriel no menciona que se hubieran perdido en el segundo viaje y que Trashorras fuera a buscarlos en el Toyota Corolla, sino que es la fiscal la que se lo tiene que recordar y el Gitanillo lo confirma. Es entonces cuando entra en contradicción consigo mismo, ya que minutos antes le había explicado a la fiscal cómo llegan a Avilés con la primera remesa de explosivos y la introducen en el Toyota que estaba en el garaje.

Está claro que ese coche no podía estar en el garaje cuando llegaron a Avilés si Trashorras lo había utilizado para ir a buscarlos. Y para colmo, el propio Gabriel relata como él mismo se subió con Trashorras en ese coche para regresar a Avilés.

Sigamos con el tercer viaje. Así lo explica el juez:

"Seguidamente volvieron todos, salvo Suárez Trashorras, a la mina por tercera vez y repitieron la operación para regresar cargados al garaje de Emilio Suárez Trahorras, desde donde, cerca del mediodía del 29 de febrero, Jamal Ahmidan, alias el Chino, Mohamed Oulad Akcha y Kounjaa emprendieron el viaje de vuelta a Madrid con los explosivos. El primero iba solo en el vehículo Toyota Corolla y los otros dos en el Volkswagen Golf.

"Tras finalizar toda la operación Suárez Trahorras y Montoya Vidal se fueron a desayunar a un bar conocido como Casa Tito y allí se encontraron con una persona, a quien no afecta esta resolución, llamada Rubén Iglesias".

Sentencia de la Audiencia Nacional. HECHOS PROBADOS. Página 199.

Esta vez el juez Gómez Bermúdez evita entrar en detalles de cómo se desarrolló este último viaje, algo no de extrañar en vista del lío que montó Gabriel en su declaración judicial ante la desesperación de la fiscal, que previamente le había instruido acerca de lo que debía declarar. Pero lo que relató en la vista oral fue totalmente distinto a lo que declaró en la instrucción. Al juez Instructor, Juan del del Olmo le contó que fueron en el Corolla por tercera vez a la mina, que volvieron con más dinamita robada al garaje de Trashorras, lo metieron todo en el Golf y regresaron a Madrid utilizando, además, el Toyota Corolla, conducido por el Chino, como lanzadera. Sin embargo, a Bermúdez le cuenta que fueron en el Golf a la mina y que al regresar distribuyeron la dinamita entre el Golf y el Corolla, para salir hacia Madrid a eso de las nueve de la mañana.

Merece la pena recordar también lo que sucedió en su primera declaración ante el juez Del Olmo y la fiscal Olga Sánchez el 16 de marzo de 2005: toda la primera parte de la declaración la dedica Gabriel a desmentir lo que había contado ante la Guardia Civil y la Fiscalía de Menores de la Audiencia Nacional. Dice que él no había ido a la mina con Emilio Suárez y con las otras personas. Que fue un guardia civil quien le indicó que declarase que él había ido también al monte. Que lo dejaron en casa de Emilio Suárez y se fueron los tres marroquíes a la mina con Emilio. Que no es verdad que él estuviese en el coche cuando fueron a buscar los explosivos, sino que quien estaba en el coche era Emilio. Minutos más tarde, en la misma declaración vuelve a cambiar su versión y a reconocer que sí fue con los marroquíes a Mina Conchita.

La fiscal Olga Sánchez

Este episodio salió a relucir en el juicio, durante el interrogatorio de la defensa de Suárez Trashorras. Ante tantas declaraciones contradictorias, el abogado Gerardo Turiel preguntó a Gabriel Montoya: “¿Cómo sabemos cuándo nos dice usted la verdad?”. Y aquí entra en escena Gómez Bermúdez, quien lo soluciona en el acto. Tras declarar la pregunta de la defensa improcedente, pregunta el juez al testigo: “¿Está usted hoy diciendo la verdad? ¿Hoy, aquí?”. Evidentemente éste contesta: “Sí, toda la verdad”. La única respuesta posible, claro, no le va a decir, “no señor juez, le estoy contando una trola como una casa”.

Al final al juez no le queda más remedio que hacer un combinado de las múltiples versiones que da el testigo, ignorando sus contradicciones. Todo esto nos muestra una vez más cómo vuelve a dar credibilidad a testigos que dicen una cosa en sus declaraciones durante la instrucción y afirman otras en la vista oral. Y además se permite el cinismo de calificar las declaraciones de Gabriel Montoya como "coherentes, concordes en todo aquello que es esencial". De vergüenza, vamos.

Resulta revelador lo que cuenta Fernando Múgica, periodista de El Mundo, sobre este testigo fundamental de la Fiscalía: "El individuo que lo interrogó, que es un miembro de la UCE 2 en Madrid, y del que se sacó la declaración que luego fue al juez, personalmente aquella semana me dijo a mí “bueno, mira, decía tantas cosas, lloraba tanto, y era tan tarde, que nosotros cuadramos la declaración para no marear al juez”. Palabras textuales.

Fernando Múgica

También cuenta Múgica un hecho aparentemente sin importancia, pero que refleja muy bien como se han desarrollado las investigaciones del 11-M: "La Guardia Civil dice en su informe “un muchacho de Avilés al que todos le conocían como Gitanillo". Pero la palabra "Gitanillo" me la inventé yo mismo. Nadie le conocía así en Avilés". Creo que sobra cualquier comentario respecto a los informes policiales que sirvieron como base para la elaboración del Sumario.

Dejando a un lado el hecho de que lo que cuenta el Gitanillo tiene todas las trazas de ser una historia que cuenta de oídas y que no ha vivido, supongamos que los hechos sucedieran como los resume Bermúdez en la Sentencia. Entonces veremos que su narración de lo que sucedió esa noche resulta completamente absurda.

Imagínense que unos ladrones quieren robar en una casa. Tienen un contacto que trabajó anteriormente allí y que sabe cuándo la casa estará vacía y cómo desconectar la alarma. Quedan una noche y éste les abre la puerta y les conduce a donde los dueños guardan el dinero. Los ladrones lo ven, pero no se lo llevan en ese momento. Se dirigen a un centro comercial donde compran guantes, pasamontañas y una mochila para guardar los objetos robados. Vuelven a la casa y llenan media mochila con parte del botín. Abandonan de nuevo la casa y dejan lo robado en su guarida. Vuelven por tercera vez a la casa y cargan de nuevo la mochila con el resto de los objetos de valor. ¿Es posible creer que alguien que va a robar algo haga tres viajes pudiendo realizar el trabajo en uno solo? ¿Por qué triplicar el riesgo? ¿Por qué no se llevaron ni un cartucho de dinamita en el primer viaje a la mina? ¿Por qué usaron tres coches en la operación cuando toda la dinamita cabía en uno? No hay que olvidar que finalmente, y según la versión oficial, todo el explosivo robado lo transportan en el Golf. En un solo viaje podrían haber realizado todo el trabajo, sin embargo hicieron tres. Y esto resulta todavía más increíble si tenemos en cuenta las condiciones meteorológicas de esa noche. Y es que la zona más afectada por el temporal en Asturias fue, precisamente, el consejo de Cangas de Narcea, en donde se registraron esos días temperaturas mínimas de -4º y máximas de 6º. Este consejo limita con el de Belmonte de Miranda, que es al que pertenece Mina Conchita.

Aquí vemos de manera gráfica lo que publicaba La Voz de Asturias el 28 de febrero:

Previsiones meteorológicas


Las pruebas periciales y documentales

La principal prueba documental en la que se apoya el Tribunal para dar por probados los viajes de los terroristas a Mina Conchita son los posicionamientos (BTS en que se registraron) del teléfono móvil 665040605 (atribuido a Jamal Ahmidan), en función de las llamadas que realizó y recibió este teléfono.

En una de las piezas separadas del sumario figura el estudio del teléfono 665040605. Ahí podemos encontrar un listado, aportado por la compañía Amena, de todas las llamadas emitidas y recibidas por ese nº y las BTS’s a que se conectaba en cada momento. Fijándonos en las direcciones de cada BTS, nos podemos hacer una idea de dónde estaban Jamal Ahmidan y sus acompañantes la noche en la que nos dicen que se robó la dinamita en Mina Conchita.

Este es el listado de las llamadas correspondientes a los días 28 y 29 de febrero desde que llegan a Avilés:

17.17.06 – AVILÉS - C/ AUSEVA
17.29.57 – PIEDRAS BLANCAS - CASTRILLÓN
19.26.21 – LLANECES DE LA BARCA
20.10.12 – PRAVIA - CALLE PICO ANDOLINAS
21.35.40 – AVILÉS - C/AUSEVA
21.37.11 – AVILÉS - C/ RUÍZ GÓMEZ
22.00.53 – AVILÉS - C/AUSEVA
22.03.27 – AVILÉS - C/AUSEVA
22.28.25 – PIEDRAS BLANCAS - CASTRILLÓN
00.10.10 – SALAS – MONTE EL REBOLLÍN
01.52.52 – SALAS – MONTE EL REBOLLÍN
01.53.48 – SALAS – MONTE EL REBOLLÍN
01.54.55 – SALAS – MONTE EL REBOLLÍN
06.16.43 – LLANECES DE LA BARCA
06.17.48 – LLANECES DE LA BARCA
06.18.20 – LLANECES DE LA BARCA
12.02.30 – SALAS - SAN MARTÍN
12.04.42 – SALAS - SAN MARTÍN
12.07.57 – SALAS - SAN MARTÍN
12.10.43 – GRADO – MONTE ENTRASBOSMONTES
12.37.15 – AVILÉS - C/ DR. JIMÉNEZ DÍAZ

Esta prueba documental debería ser concordante con las declaraciones del principal testigo de la fiscalía y de las acusaciones (Gabriel Montoya). De hecho Bermúdez lo afirma así en su Sentencia:

"La prueba sobre el resto de los hechos descansa sobre la declaración del entonces menor Gabriel Montoya Vidal. Estas declaraciones, seis, fueron cuestionadas por la práctica totalidad de las defensas tachándolas de contradictorias, acomodaticias o inducidas. Sin embargo, tras el análisis de todas ellas, el Tribunal concluye que son coherentes, concordes en todo aquello que es esencial y, además, están corroboradas por otras pruebas testificales, periciales y documentales".

Vamos a comprobar si realmente las declaraciones de Gabriel Montoya Vidal, aparecen corroboradas por las pruebas periciales y documentales.

Los terroristas tuvieron que salir hacia las diez menos cuarto del centro comercial Parque Astur que está en las afueras de Avilés. Así se deduce teniendo en cuenta la prueba documental del tícket de caja de Carrefour, que marca las 21:26:14. Acto seguido se dirigieron a Avilés a recoger al Gitanillo y sobre las diez y cuarto salieron hacia Mina Conchita. A las 22:28:25 pasaban por la localidad de Piedras Blancas, que está a unos 5 Km de Avilés. Hasta ahora lo que cuenta el testigo parece que concuerda con la localización de las BTS’s. Según su relato, fueron directos a Mina Conchita.

Era ya el segundo viaje que hacían, después de haber ido con Emilio Suárez Trashorras esa misma tarde. Teniendo en cuenta que de Avilés a la mina hay aproximadamente 55 km, que esa noche había temporal, que la carretera es secundaria y que además no la conocían, tuvieron que tardar como mínimo unos 45 minutos (la Comisión Judicial que reprodujo el viaje en marzo de 2005 tardó 1h y 25 min. en llegar desde la mina hasta el Carrefour de Avilés). Supongamos, entonces, que llegaron a la mina pasadas las once. Se adentraron en la montaña mientras que Gabriel se quedó en el coche esperando. En su primera declaración dice que tardan cinco horas en regresar, en el juicio dice que hora y media o más y que se quedó dormido esperándoles. La Sentencia concluye que pasadas varias horas regresaron los tres forasteros con las bolsas y mochilas cargadas y le comentaron a Montoya que se habían perdido y habían tenido que llamar a Emilio. Pero a las 00:0:10 el móvil del Chino recibe un mensaje bajo la cobertura de la BTS situada a las afueras de Salas, localidad que está a unos 15 Km de Mina Conchita. A esa hora, según la versión de los hechos de el Gitanillo, deberían estar ya en plena montaña robando la dinamita. ¿Sería posible que hubieran sufrido algún retraso y después de pasar por los alrededores de Salas, hubieran llegado a la mina sobre las doce y media? Tampoco cuadra, ya que el móvil de el Chino vuelve a registrarse bajo la cobertura de la BTS de Salas otras tres veces, a la 01:52:52, a la 01:53:48 y a la 01:54:55, lo cual descarta la posibilidad de que hubieran ido y regresado de Mina Conchita. Es decir, que el primer robo tuvo que producirse a partir de las dos de la madrugada, sin embargo el Gitanillo no habla en ningún momento de retrasos, ni de que hubieran estado dos horas rondando por Salas.

¿Y qué ocurre con esa llamada que nos dice Gabriel que tuvo que realizar el Chino a Trashorras, porque se habían perdido en el monte? La única posible es la llamada de la 01:53:48, ya que el resto son mensajes, y esa es la única que recibe Trashorras en esa madrugada (la siguiente es a las 06:15:23). Pero, como hemos visto, esta llamada se realizó desde los alrededores de Salas, no desde la mina. Como puede verse, no hay forma de cuadrar las declaraciones del testigo con las pruebas documentales y periciales. La única explicación que nos queda sería que la cobertura de esta antena alcanzara a la zona de la mina. Esa BTS está situada a una distancia de unos 10 Km en línea recta de Mina Conchita, a una altura de poco más de 700 metros, en un monte llamado "El Rebollín" situado a las afueras de Salas.

En Mina Conchita tenemos varias alturas, según los peritos que inspeccionaron el terreno. Casi todos los minipolvorines (siete) menos uno, se encuentran en la galería base a 50 metros en vertical desde la plaza de la Mina (donde paran los coches). Aquí se localizan también la bocamina, el cargadero y la caseta de los perros. El otro minipolvorín está en el nivel 2 a 420 metros en vertical. Suponemos, según nos cuenta la versión oficial y como mostraron los peritos en un vídeo de reconocimiento, que de la zona de la galería base es de donde cogieron los explosivos y detonadores. Basta inspeccionar el lugar para constatar que no hay línea de vista con la antena de Salas, es decir, que debido a la orografía del terreno sería muy difícil cuando no imposible que llegara hasta Mina Conchita la cobertura de esa BTS. Esto fue corroborado por una Comisión Judicial formada, entre otros, por la fiscal Olga Sánchez y el juez Del Olmo. Ni Amena ni Vodafone tienen cobertura en la zona donde se encuentran los minipolvorines. En el muy improbable caso, por no haber camino practicable, de que los terroristas hubieran escalado y llegado a la cima del monte y desde allí hubiera algo de cobertura, que no lo sabemos, la recibirían antes de la BTS de Llaneces de la Barca, que se encuentra 5 km más cerca que de la de Salas. Hay que tener en cuenta también que Amena emite a una frecuencia de 1.800 MHz, el doble que Vodafone y Telefónica. Eso supone una peor cobertura, sobre todo en zonas de montaña y de difícil acceso, ya que una mayor frecuencia implica una mayor atenuación y distorsión de la señal. Además, también sabemos que en los alrededores de Mina Conchita tampoco había cobertura de Amena. Este hecho también fue comprobado por la Comisión Judicial, que pudo constatar la innegable realidad de que ni Amena ni Vodafone tenían cobertura desde la carretera S15 a menos de 3.200 metros de la mina en dirección a Tineo y a 4.800 metros de la mina en dirección a Salas.

En base a las localizaciones telefónicas cabe concluir que, al menos entre las 00:10:10 y la 01:54:55 de ese día ni el Chino ni su cuadrilla podían estar en Mina Conchita y que, por lo tanto, toda la primera parte del relato de el Gitanillo era necesariamente falsa.

Para embrollarlo más, según el relato de la fiscalía, es en la localidad de Salas donde se encuentran con Emilio Suárez Trashorras después del segundo viaje y el primer robo de dinamita. Consciente de la situación generada, así intentó cuadrar la fiscal Olga Sánchez a su protegido, Gabriel Montoya, las localizaciones de la BTS de Salas en el interrogatorio:

Ministerio Fiscal: ¿Dónde se vieron?

Testigo: Nos vimos en, no sé, un pueblecito, es que no sé, que no sé cómo explicárselo.

Ministerio Fiscal: ¿En Salas?

Testigo: No sé, no sé cómo se llama.

Ministerio Fiscal: ¿A mitad de camino entre Avilés y la mina?

Testigo: Sí, más o menos.

Pero, como hemos podido comprobar, atendiendo a las llamadas del teléfono de Jamal Ahmidan, no les pudo dar tiempo a realizar el primer viaje y llegar a Salas a encontrarse con Trashorras.

En resúmen, que el relato de Gabriel Montoya no puede ser cierto por las siguientes razones: 1º) Porque esa llamada que hicieron a Emilio cuando se perdieron en la mina no se pudo producir desde allí, ya que no existía cobertura. 2º) Porque la única llamada que recibió Trashorras a esas horas fue la emitida bajo la cobertura de la BTS de Salas a varios Kilómetros de la mina, y 3º) Porque el relato temporal que hace el testigo sobre el segundo viaje no encaja ni a martillazos con la prueba documental de las localizaciones por BTS.

Pero esta no es la única incongruencia entre testigos y pruebas documentales. Gabriel Montoya declara que finalizan el trabajo hacia las nueve de la mañana del 29 de marzo y se marchan para Madrid, mientras que él y Emilio se van a desayunar, lo que aparece corroborado por el testigo Rubén Iglesias, quien quedó citado en una cafetería de Avilés con Trashorras entre las 10 y las 12 de la mañana para hablar acerca de un asunto relacionado con el tráfico de hachís. Dice que cuando llegó ya estaban allí Trashorras y Gabriel Montoya. Esto lo declara Rubén Iglesias ante la policía y ante el juez instructor. En el juicio lo mantiene, pero sin concretar la hora: "No sé la hora, pero sé que era temprano", dice. Pero, ¿cómo es posible si a las 12:10:43 el Chino realiza una llamada al teléfono de Trashorras bajo la cobertura de una BTS situada en los alrededores de Grado, a unos 38 Km de Avilés? A esa hora, según las localizaciones del teléfono del hino, 665040605, todavía estaban regresando del último viaje a la mina junto con el Gitanillo, por lo que no podía estar desayunando con Trashorras en una cafetería de Avilés. ¿Podría ser una explicación que a esa hora ya se iban hacia Madrid con el explosivo y que Gabriel no fuera con ellos? Pero la respuesta es no, porque su siguiente localización es de nuevo en Avilés a las 12:37, y Grado está en el sentido opuesto al camino que debían realizar para regresar a Madrid Pero la respuesta es no, porque su siguiente localización es de nuevo en Avilés a las 12:37, y Grado está en el sentido opuesto al camino que debían realizar para regresar a Madrid. Y un "detalle" más de propina: El dueño de la cafetería de Avilés donde dicen que Trashorras se ha reunido con los marroquíes declaró durante el juicio que nunca había visto a esa gente en toda su vida, empezando por el propio Súárez Trashorras.  

Todo esto nos lleva de nuevo a la conclusión de que las declaraciones de los testigos no cuadran en absoluto con las pruebas documentales.

Otro dato importante que aportan las localizaciones del teléfono atribuido a Jamal Ahmidan es el camino que siguieron para llegar a la mina, en lo que también aparecen incongruencias. El camino más lógico para llegar a Mina Conchita desde Avilés es coger la AS-16, que pasa a llamarse AS-15 después de cruzar la Carretera Nacional, como aparece en el mapa número 1.

Mapa núm. 1

De hecho, según las localizaciones, siguen este trayecto, sin embargo hay tres BTS’s, donde más llamadas o mensajes se recogen, que se salen del trayecto lógico que lleva a Mina Conchita.

La BTS más cercana a la mina es la de Llaneces de la Barca que está a 5 Km en dirección Tineo, es decir alejándonos de Avilés. Bajo la cobertura de esta antena recibe una llamada, dos SMS del servicio de mensajería de Amena y realiza una llamada a Trashorras. Para entrar en el área de cobertura de esta BTS hay que alejarse de la mina en dirección Tineo, es decir pasarse de largo, como mínimo 3 km 200 m, según tuvieron ocasión de comprobar Olga Sánchez y Del Olmo como miembros de la Comisión Judicial. ¿Para qué iban a ir en dirección contraria a Avilés? Se podría pensar que se perdieron o se pasaron de largo, pero no es el caso, ya que en el primer viaje que realizan el 665040605 recibe una llamada a las 19:26:21 bajo la cobertura de esta BTS, viaje en el que iban acompañados por Trashorras, lo cual descarta que se extraviaran. Este hecho sucede otra vez hacia las seis de la mañana, esta vez con el Gitanillo de guía.

                             Mapas con la ubicación de Mina Conchita





En ningún momento menciona el principal testigo nada que pueda explicar estos hechos que contradicen el relato oficial. Analizando las numerosas declaraciones de Gabriel Montoya en relación a los hechos sucedidos la noche del 28 al 29 de febrero de 2004 y comparándolas con las pruebas periciales y documentales puede demostrase que, atendiendo a las localizaciones del teléfono de Jamal Ahmidan, el primer viaje para robar la dinamita no pudo ocurrir como relató el testigo.

Los otros teléfonos implicados

Hemos hablado de cómo se estableció un relato de los hechos sucedidos la noche del 28 al 29 de febrero de 2004, en parte basándose en las localizaciones del teléfono de Jamal Ahmidan. Pero esa noche supuestamente intervinieron en el robo de los explosivos otras dos personas que le acompañaron desde Madrid, que eran, según dice la versión oficial, Abdenabi Kounjaa y Mohamed Oulad Achka, ambos fallecidos, junto con Jamal en la explosión del piso de Leganés, el tres de abril de 2004 en la explosión de Leganés. Si esas personas utilizaron sus teléfonos móviles esa noche, también se podría saber sus localizaciones de la misma manera que tenemos las de Jamal Ahmidan. Además, casualmente ambos utilizaban también tarjetas de la compañía Amena. Veamos qué es lo que sabemos al respecto.

Por el estudio de la tarjeta de Jamal Ahmidan sabemos que llama 10 veces a Mohamed Oulad entre el 28 y el 29 en las horas en que supuestamente estaban en Asturias. Pero cuando vamos a consultar las localizaciones del teléfono de Oulad descubrimos, sorprendentemente, que sólo figuran los posicionamientos por BTS a partir del 29 de febrero a las 14:55:03 y sólo de las llamadas salientes, y a esa hora ya se le localiza en Cantabria (Villaufre-Rasillo). Bastaría que en la tabla de llamadas figuraran las localizaciones de las llamadas entrantes del 28 del 29, para probar que Oulad Akcha estuvo en Asturias ese fin de semana, pero no figuran en el sumario. De hecho, en el informe elaborado por la UCI el 15 de marzo de 2005 se dice: "Respecto al tráfico de llamadas con Ubicación por BTS, entrantes, del número considerado, y en las fechas señaladas, según los datos obrantes, SE CARECE DE DATOS."

El caso de Kounjaa es peor todavía. El único teléfono que se le adjudica a Kounjaa es el 665393235. En el sumario figura el estudio de esta tarjeta pero sólo tenemos las localizaciones por BTS de las llamadas a partir del 2 de marzo. En las tablas de llamadas sin localización, no hay tráfico ni el día 28 ni el 29. Salta del 27 al 2 de marzo.

En el mismo informe de la UCI anteriormente citado se reconoce que, se carece de tráfico con ubicaciones por BTS en el periodo interesado. Y en las conclusiones se dice que "la carencia de ubicaciones de Abdennabi Kounjaa nos impide afirmar, en base a la investigación de los teléfonos, o rebatir su presencia en Asturias".

¿Y qué ocurre con Trashorras? ¿Qué podemos deducir de los posicionamientos de su teléfono cuando recibe cada una de las ocho llamadas de Jamal Ahmidan los días 28 y 29 de febrero? Pues no lo sabemos porque no figuran en el sumario. Y no será porque no haya sido solicitado: el 11 de mayo de 2004 la Guardia Civil (UCE) envía al juzgado nº 6 un oficio para que solicite a Amena, la localización geográfica de los teléfonos móviles utilizados por Emilio Suárez Trashorras. En concreto el 654839609 desde que técnicamente sea posible y hasta las 24,00 horas del día 18.03.04. De este teléfono, que es el que utilizó Trashorras ese fin de semana, no existe ningún informe de localizaciones por BTS. Sin embargo, sí que podemos encontrar las localizaciones del otro teléfono, el 656526727, a partir del 1 de marzo.

En relación a los informes telefónicos, el abogado defensor de Trashorras, Gerardo Turiel, realizó el siguiente interrogatorio al inspector Parrilla, una de las tres personas que participaron en la detención de su defendido:

P: Todos estos teléfonos o todas estas llamadas, las correspondientes a última hora del día 28 y día 29, 1:53 Mowgli llama a Emilio, Mowgli llama a Emilio está en Grado, está en Avilés, está en Gijón, está en Burgos, está ¿eh?...Ustedes dicen aquí, Mowgli llama a Emilio y Mowgli está en tal sitio. ¿Saben ustedes dónde está Emilio, que es al que le llaman?

R: Pues no lo sé.

P: ¿No lo sabe?

R: Yo no lo sé.

P: Ya.

R: Yo, pero me imagino que en el informe de las BTS estará.

Pero, naturalmente, el inspector Parrilla imagina mal, ya que como hemos comentado antes, no aparece en el informe de las BTS porque ese informe no existe para ese teléfono.

Asimismo, en la declaración de los peritos sobe el informe de telefonía, el abogado Turiel les pregunta por dos llamadas: la realizada por Jamal Ahmidan (665040605) a Trashorras (654839609) a la 1:53 y a las 6:18 en la madrugada del 29 de marzo de 2004. Turiel quiere saber la localización del receptor de la llamada, que es su cliente, pero le responden que "la ubicación del receptor no viene en esa información (…) Únicamente se conoce la situación del teléfono en estudio. (…) El que termina en 0605.

Siguiendo con la declaración de los peritos de telefonía, realizada el 16/05/07, Gerardo Turiel quiso saber cuáles fueron las BTS´s más cercanas a Mina Conchita. Lo que le respondieron merece la pena reproducirlo literalmente:

"Pues precisamente pedimos...¡ehh!, un informe cuando hicimos la relación de la reconstrucción de los hechos, ¡ehh! solicitamos al Juez que se dirigiera a las compañías teleoperadoras y esa información está, obra, en el Juzgado Central número 6. Nosotros no tenemos esa información de las BTS más cercanas, entre otras razones aludían a que eran..., era secreto decir qué BTS era de cada compañía y dónde estaba ubicada".

Esto ya es el colmo. Pero, ¿cómo va a ser secreto eso? Existe una página web perteneciente al Ministerio de Industria, en donde cualquiera puede consultar los niveles de exposición de las antenas de telefonía móvil, que se van actualizando a medida que se realizan las mediciones. Aquí figura el código de la estación base, así como la dirección donde está ubicada, el operador al que pertenece y hasta las coordenadas.


La cuestión es que al final, solo disponemos de pruebas documentales de la presencia de Jamal Ahmidan en Asturias, mientras que de Trashorras, Kounjaa y Oulad no cabe afirmar nada. Se reconstruye el viaje sólo con un teléfono, cuando hay implicados cuatro. Pero además, esas pruebas documentales, que son las localizaciones del teléfono 665040605, no son compatibles con las declaraciones del principal testigo de la fiscalía, Gabriel Montoya Vidal, el Gitanillo.

Mina Conchita

En abril de 2005, el Servicio de criminalística de la Guardia Civil elaboró un informe sobre el terreno de Mina Conchita y alrededores. En su declaración en la vista oral, los peritos que realizaron este informe nos transmitieron la idea, aportando videos y fotografías, de que debido a la orografía del terreno donde se ubica la mina y a las condiciones meteorológicas de aquellos días, habría sido imposible que alguien que no conociera el terreno pudiera haber llegado por sí solo a la zona de los minipolvorines, y mucho menos haber dado con el lugar donde estaba escondida la dinamita.

Ubicación de Mina Conchita




Buena muestra de las dificultades que ofrecía el terreno inspeccionado por los peritos son estos comentarios, ofrecidos en la vista oral durante la jornada en que prestaron declaración:

"…aquí ya cualquier descuido puede suponer una precipitación al vacío.

"…hay que conocer el terreno, hay que ser estar muy, ¡eh...!, muy próximo y conocer digamos lo que es la orografía para intuir que eso es un camino. Los que trabajan en la mina lo conocen, pero los que vienen de fuera cuesta. También hay que resaltar una cosa y es que en la noche del 27 y 28 de Febrero de 2004 se produjeron las grandes nevadas de… en Asturias, de manera que lo que ahora ven ustedes, que por la noche ya sería dificultoso véanlo a las… de madrugada, que sería todo una un manto blanco, es decir, no hay caminos, no hay referencias, no sé si estoy pisando una piedra o no, se complica.

"…la única iluminación que puede haber en la mina por la noche es la iluminación que viene de la presa, en este punto concreto sería todo oscuro y de aquí, en principio, saldrían los caminos. Aquí se, se ve claramente lo abrupto de, de lo que sería la mina, la mina en sí".

Foto de los peritos donde se ve el sendero de acceso a la mina

Estas declaraciones son un arma de doble filo, ya que podrían ser utilizadas tanto por la Fiscalía y las acusaciones para inculpar a algunos de los asturianos, como por las defensas: por un lado, refuerzan la idea de que alguien les tuvo que acompañar y de que debió de haber un contacto en la mina que les indicara donde estaba escondida la dinamita; y por otro supone un factor más que permite poner en duda la veracidad de la historia del robo del explosivo por los terroristas, por lo improbable, ilógico y arriesgado de la operación, máxime si no se pudiera probar que hubo tal colaboración por parte de trabajadores de la mina.

¿Y quiénes eran los cómplices de los marroquíes en Mina Conchita? Trashorras había trabajado en la mina durante varios periodos en los años 2000, 2001 y 2002, que es cuando causa baja definitiva. Necesitaba un contacto que trabajara en ese momento allí para que le indicara dónde podía encontrar el explosivo.

Así lo argumentan los peritos que declararon en el juicio:

"…el explosivo no está ni en las veredas ni, ni lo puedes localizar. Solamente la gente que lo conozca, conozca el interior, o pueda entrar dentro de la mina podría localizar ese tipo de de cantidades, (…). El terreno tiene tanto monte bajo, tiene tantas piedras grandes que se podría esconder una cantidad grandísima –como posibilidad- de explosivos sin que nadie, ni paseando –porque no va por allí- se lo pudiera encontrar. Únicamente aquel que lo ha escondido sería capaz de localizarlo".

De la misma manera la fiscal Olga Sánchez, entre tartamudeos, explica en su informe de conclusiones quienes eran los cómplices de Trashorras en Mina Conchita: Emilio Llano (encargado y vigilante) y Raúl González (minero). Estas son las declaraciones al respecto:

"A través de José Emilio Suárez Trashorras, entramos en el grupo, en el grupo de Asturias. A través de El Rulo... Perdón, de Raúl González Peláez, que le denominaban Rulo, que conocía perfectamente la dinámica de trabajo de la mina dónde él trabaja... trabajaba en aquellas fechas, hasta finales de aquél año en la Mina Conchita, (…) conocedores ambos de la desidia que había en el control de los explosivos en Mina Conchita, del descontrol que había en la entrega de los mismos y de los detonadores, de la falta de profesionalidad del que era su vigilante, Emilio Llano Álvarez; es cómo se pudo conocer, es cómo se pudo obtener los explosivos que posteriormente sirvieron para los trágicos sucesos de Madrid del año 2004 (…)

"A través de Emilio Llanos Álvarez es cómo se conoce, cómo se realizaban las entregas a los mineros, que no se anotaban las mismas, la peligrosidad del material, los efectos devastadores que este material podía producir, y era consciente de los fines ilícitos que la sustracción constante de material explosivo que salía de la mina, podía... y que podía ser utilizado (…)

"José Emilio Suárez Trashorras y Raúl González Peláez, eran conocedores de este descontrol, y este descontrol permitió que poco a poco Raúl González Peláez, que cómo más tarde diremos por la relación que tiene con otros del... con... ¡eh!... a través de las llamadas telefónicas, era la persona que iba sustrayendo poco a poco los distintos cartuchos que guardaba en cualquier lugar de la mina...

Además de estas dos personas, inicialmente, había otro minero acusado de suministro de explosivos y colaboración con banda armada, Javier González Díaz, pero casi todas las acusaciones le retiraron los cargos antes del fallo de la Sentencia.

Está claro que Trashorras necesitaba cómplices dentro de la mina para poder robar tal cantidad de explosivo y para hacerlo sin que se dieran cuenta. A una parecida conclusión llegó también Bermúdez en su sentencia, condenando a Raúl González a cinco años por el delito de suministro de explosivos. Sin embargo absolvió a Emilio Llano del delito de cooperador necesario. Queda por lo tanto un solo cómplice de Emilio en la mina que sustenta las teorías de la Fiscalía y de las acusaciones, pese a que, como no se cansó de repetir su defensa, Raúl González dejó de trabajar en Mina Conchita el 7 de diciembre de 2003. Así explica Bermúdez como se realizaba el robo: "La diferencia de dinamita entre lo realmente consumido y lo recibido y anotado en los libros se dejaba escondida en el monte de la mina en un sitio previamente convenido, de donde los recogía Emilio Suárez u otra persona por encargo de éste".

Pero luego llegó la sentencia del Tribunal Supremo, que ratificó la absolución de Emilio Llano así como a Raúl González, echando por tierra toda la argumentación de la Fiscalía y del propio juez Gómez Bermúdez, dejando sin explicar cómo se las ingenió Emilio Suárez Trashorras para preparar el robo de semejante cantidad de explosivo sin contar con ayuda de alguien de dentro, cuando hacía por lo menos dos años que había dejado de trabajar allí.

Y es que una cosa es distraer unos pocos cartuchos y otra es llevarse mochilas llenas de explosivo sin que nadie se percate de ello. Este es el cálculo estimado que hizo el Servicio de información de la Guardia Civil de la cantidad máxima de goma 2 ECO proporcionada a Jamal Ahmidan mediante la sustracción llevada a cabo entre el 28 y 29 de febrero de 2004 en Mina Conchita:

CANTIDAD MÁXIMA DE EXPLOSIVO (GOMA 2 ECO) QUE PODRÍA HABERSE TRANSPORTADO EN 06 MOCHILAS (03 MOCHILAS TEIDE DE 45 LITROS y 03 MACUTOS VAL2K1040090), EN DOS VIAJES CONSECUTIVOS: 270.000 gramos (270 Kg).

Esta sería la cantidad máxima, aunque atendiendo a lo que declaró el Gitanillo pudo ser un poco menos, ya que, según él, utilizaron cinco mochilas, no seis.

Para juzgar si esta cantidad es significativa debemos conocer el consumo de explosivo en Mina Conchita por aquellas fechas. Si se consumían 1.200 kg en un mes, eso supone unos 300 kg a la semana. Por lo tanto, de un día para otro desapareció de la mina casi lo que se consume en una semana sin que nadie se diera cuenta. Parece una cantidad muy elevada para poder hacerla desaparecer sin levantar sospechas de los trabajadores, del encargado o del Ingeniero Técnico de Minas de la empresa y, encima, sin contar con ayuda alguna dentro de la explotación minera.

Primero nos cuentan que, aprovechando la falta de rigor del encargado de la mina Emilio Llano al apuntar la dinamita consumida, el minero Raúl González iba distrayendo cartuchos de dinamita y escondiéndolos para entregárselos a Trashorras a cambio de droga. Luego Bermúdez absuelve al primero y el Supremo al segundo, pero nadie nos explica cómo Trashorras consiguió sacar unos 270 Kg ese fin de semana, más lo que se transportó a Madrid en autobús (unos 42 Kg). Pues así hay que creérselo porque lo dice el juez. Un señor que lleva más de dos años sin aparecer por la mina se hace con más de 300 Kg sin ayuda de dentro y sin que nadie se entere.

Caolines de Merinés


Más preguntas que conclusiones 

Después de analizar con detenimiento todo lo que rodea este viaje a Asturias, en el que supuestamente se robaron la dinamita y los detonadores utilizados en los atentados del 11 de marzo, nos damos cuenta de que la historia oficial no se sostiene. El hecho de que lo que se encontrara en Leganés y en otros escenarios fuera goma 2 ECO o restos de envoltorios cuya numeración pudiera coincidir con la de Mina Conchita no quiere decir, ni mucho menos, que el explosivo utilizado en los trenes fuera el mismo o tuviera ese origen. Después de todo lo que hemos visto no queda más remedio que desconfiar de la información facilitada los días inmediatamente posteriores a los atentados. Sin contar con que la instrucción está plagada de incongruencias, pruebas que se demostraron falsas, otras que desaparecieron, muchas ocultaciones y diferentes versiones para explicar un mismo hecho.

Hoy sabemos, gracias al informe del perito independiente Antonio Iglesias, y aceptando la cadena de custodia de las escasas muestras entregadas para realizar la pericial ordenada por Bermúdez, que, al menos, una de las muestras de los explosivos señala que en algún foco explotaría Titadine, no pudiéndose asegurar ya que se utilizara goma 2 ECO. Pero, es preciso advertirlo, siempre que demos crédito a las investigaciones recogidas en el sumario, para lo cual hace falta una extrema candidez. Para colmo, el perito Iglesias también demuestra en su informe que los restos de goma 2 ECO encontrados en la Kangoo tienen el mismo origen que la muestra patrón aportada por el Jefe de los Tedax Sánchez Manzano.

Estas recientes revelaciones refuerzan la hipótesis de que el robo de dinamita en Mina Conchita ese fin de semana de febrero nunca tuvo lugar, lo que viene a reforzar que el explosivo utilizado en los trenes no fue goma 2 ECO, a lo que es preciso añadir que en los escenarios donde sí apareció esa sustancia existen tan graves irregularidades en la investigación que inducen a pensar en el falseamiento o manipulación de las pruebas presentadas.

La versión oficial sobre el origen de los explosivos ha posibilitado que, durante el juicio, se deslizaran acusaciones generales hacia los mineros, como la que se realizó en la lectura de conclusiones de una acusación particular:

"Emilio Suárez Trashorras nos ha puesto de manifiesto que cualquier minero por seis mil euros o por cinco mil euros se vende, y conocedor de los vicios, de al menos, uno de sus antiguos de sus compañeros, Raúl González, evidentemente cambia, droga por los explosivos como viene detallado efectivamente en, en las declaraciones que se han venido prestando".

Sin embargo, la intención de las palabras de Trashorras que dieron pie a este comentario no era desacreditar a su antiguo gremio, sino presuponer a los mineros las mismas tentaciones deshonrosas que al resto de profesionales, por muy íntegros que aparenten ser. A la pregunta: ¿Recuerda usted haber dicho que cualquiera puede sobornar a un minero por cinco mil o seis mil euros?, ésta fue su respuesta: "Igual que se puede sobornar a un juez o a un fiscal".

Hasta aquí el magnífico trabajo de investigación de Lucía Velasco publicado en la Voz de Asturias, que nos muestra de la forma chapucera en la que se fabricaron las pruebas que fueron aceptadas por el juez Bermúdez para dictar su vergonzosa sentencia. Si no es verdad que los explosivos procedieron de Mina Conchita, todo lo que se nos cuenta acerca de la explicación de los atentados se cae por su propia base.

Queda preguntarse por qué el Gobierno, la Oposición, los altos mandos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y la Justicia fueron y siguen siendo capaces de dar por bueno el resultado de un juicio viciado desde el principio. ¿Por qué consintieron en que se cerraran judicialmente las investigaciones sin ni siquiera haber aclarado cuál fue el arma del crimen? ¿Por qué siguen estando todos ellos dispuestos a respaldar la mentira, con tal de que no se remueva lo que de verdad sucedió el 11 de marzo de 2004? ¿Por qué hoy, día 15 de marzo de 2013, nos hemos enterado de que ayer el Tribunal Supremo notificó a la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M y a la AVT la sentencia en la que rechaza sus recursos contra la decisión de la Audiencia de Madrid de cerrar el caso Manzano? ¿Por qué el alto Tribunal ha puesto fin al intento de las víctimas del 11-M de investigar la actuación del ex-jefe de los Tedax y cerrar de esta forma lo sucedido en torno a los explosivos utilizados en la masacre?


¿Tan terrible es lo que se nos esconde como para que, después de nueve años, todos sigan estando de acuerdo en que lo mejor es el silencio? ¿Qué altos poderes se esconden tras el 11-M para que tanto el Gobierno de España como el primer partido de la oposición estén de acuerdo en que sea preferible no saberlo? ¿O acaso porque lo saben y no les resulta posible asumir las consecuencias han convertido la autoría de la masacre cometida en los trenes de cercanía de Madrid en el más impenetrable secreto de Estado?


La significativa cita con la que voy a terminar esta entrada es de Sir Wiston Churchill, a quien nadie podrá acusar de ser amante de fantasías conspiranoicas, dejó escrito el siguiente comentario: "Complot y contra-complot, engaño y traición, doblez y triple doblez, agentes verdaderos, agentes falsos, oro y acero, la bomba, el puñal y el pelotón de ejecución, todo ello entretejido para formar una trama. Increíble pero verdadero. Los oficiales de alta graduación del Servicio Secreto se deleitan buceando en estas aguas subterráneas y prosiguiendo su trabajo con una fría y silenciosa pasión...”

Como vemos, no hay nada nuevo bajo el sol, excepto lo que se ha olvidado. Por eso, para escribir la Historia del presente también es preciso echar mano de los hechos excluidos y considerados malditos. Y en el 11-M los hechos excluidos son todos los no investigados o los que fueron productos de burdas falsificaciones fabricadas con el único y exclusivo objeto de ocultar la verdad.