sábado, 24 de agosto de 2013

Apocalyse Now: la hora de repartir Siria ya está señalada



Los asesores políticos y militares de Obama creen que ha llegado la hora de pasar a la acción directa y asaltar Siria por la fuerza para recoger los beneficios de la sangre derramada durante más de dos años.


Desde hace al menos tres meses, sabemos que los yihadistas vinculados a Al-Qaeda se habían propuesto usar gas sarin en Siria, para hacer recaer la culpabilidad de su utilización en los militares del Ejército sirio leales al Gobierno de Damasco. Se trata del último acto de una obra teatral cuidadosamente preparada en la que estaba previsto utilizar el recurso de la invasión directa si los yihadistas, entrenados en Turquía y Jordania por la CIA, no conseguían derrocar al régimen de Damasco.

Al-Qaeda controla la revolución siria: 

http://www.elconfidencial.com/mundo/2013-08-19/y-al-qaeda-se-adueno-de-la-revolucion_18882/ 





Yihadistas sirios en Alepo


El Holocausto Sirio para eliminar a El-Assad está cuidadosamente planeado desde hace años, tal como he venido demostrando en las sucesivas entradas que he dedicado en este Blog al conflicto sirio. Los servicios de inteligencia norteamericanos comenzaron a preparar la revolución siria mediante la creación del "Syria Democracy Program", la estrategia secreta elaborada para crear y financiar grupos de oposición que sirvieran como bases operativas para coordinar las actuaciones contra el gobierno de Damasco. A la aportación oficial del Departamento de Estado se agregó el financiamiento secreto de la CIA, a través de una asociación californiana llamada Democracy Council. Finalmente, en mayo de 2012, la OTAN y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) crearon el “Working Group on Economic Recovery and Development of the Friends of the Syrian People”, bajo la co-presidencia de Alemania y de los Emiratos Árabes Unidos. En el marco de ese grupo, el economista sirio-británico Ossam Al-Kadi elaboró un programa de reparto de las riquezas sirias entre los países miembros de la coalición que sería aplicado a partir del “día siguiente” a la caída del régimen sirio.

En función de su papel de director principal, Obama cree que ha llegado el momento adecuado para dar el golpe de gracia y tener vía libre para construir su oleoducto, diseñado para que lleve el crudo de las petromonarquías del Golfo hasta el Mediterráneo: el puerto sirio de Tartús es el lugar elegido para construir la terminal. Luego de imponer la “Pax Americana” y quedarse sus empresas con el suculento negocio de la reconstrucción de un territorio devastado, explotarán en su exclusivo beneficio las enormes bolsas de gas natural descubiertas en el Mar Mediterráneo, frente a las costas sirias. Como viene siendo normal, se tratará de una “acción humanitaria”, otra más, para salvar al pueblo sirio de las garras de Bashar Al-Assad, a quien la intoxicación propagandística desplegada ha vestido con los viejos ropajes de Sadam Hussein para convertirlo en el nuevo “Gran Satán “, con la complicidad de los medios informativos de la mayor parte de los países occidentales, es decir, las provincias del Imperio que tienen a Washington como su capital.






Turquía, el Egipto del derrocado Mursi, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes, Jordania (es decir, la flor y nata del islamismo salafista) y, desde Europa, Gran Bretaña y Francia, llevan meses urgiendo a Obama para que dé luz verde al ataque final. Parece que la hora está al caer o ha sonado ya. Después de fulminantes ataques con misiles para “neutralizar” a las Fuerzas Aéreas Sirias, televisados en directo urbi et orbi, la ocupación de Siria por por las tropas de Estados Unidos y sus “aliados”, encabezadas por las de Turquía y Jordania, será un paseo militar de un par de días, tal como pasó en Iraq. El presidente Bashar Al-Assad, su familia, allegados y todos los dirigentes del régimen que puedan escapar a tiempo, buscarán refugio en Irán para no acabar como Sadam Hussein o Muammar El-Gadafi, lo que servirá para “demostrar” al mundo las “amistades peligrosas” del régimen de Bashar Al-Assad y, al mismo tiempo, tener un motivo añadido para intervenir en la cuna el islamismo chiita, la larga aspiración del wahabismo saudí y de sus socios, los Emiratos petroleros del Golfo.


Ejecución de Sadam Hussein


Cadáver torturado de Muammar El-Gadafi
Como resulta más que evidente, la historia del gas sarín es otro cuento chino, al parecer el último, del guión elaborado desde hace mucho tiempo, tal como ocurrió en Irak, para atacar directamente a Siria sin contar con los yihadistas islámicos más que como decorado de fondo, que cuando terminen las acciones bélicas que llevan meses programadas por el Pentágono, trasladarán al escenario que mejor les convenga. Y vuelta a empezar.


Estando acostumbrados a las mentiras permanentes de los yihadistas para hacer recaer sus crímenes en las Fuerzas Armadas sirias, parece evidente que se trata de una falsedad más: ¿Cómo puede nadie creerse que va a usar armas químicas el Ejército sirio coincidiendo, precisamente, con la visita de los inspectores de la ONU? Los gobiernos y grupos vinculados al islamismo salafista están rabiosos porque los Hermanos Musulmanes han perdido un poder que en Egipto ya tenían en las manos, y ahora necesitan un golpe teatral que justifique el mismo tipo de intervención “por razones humanitarias” que ya emplearon EE.UU. y sus otánicos en Irak y Libia. Así que, por muchas fotos que inserten nuestros periódicos, esos mismos que jamás han denunciado el horror diario causado por el terrorismo yihadista en la tierra siria, no resulta creíble ninguna noticia que provenga de criminales que llevan años mintiendo con noticias comprobadamente falsas.

Por eso, resulta mucho más verosímil la información que ha facilitado Alexander Lukashevich, portavoz de la Cancillería Rusia, explicando que el misil con sustancia tóxica fue lanzado hacia los suburbios del este de Damasco desde la zona que ocupan los insurgentes.


Alexander Lukashevich
A nadie que conozca la permanente utilización de mentiras en la guerra de intoxicación que vienen utilizando los grupos yihadistas para ocultar o justificar sus propios crímenes, nadie, repito, puede creerse que que un Gobierno, por locos y sádicos que sean sus integrantes, usaría elementos gas sarín en la misma capital en las que ellos mismos viven, siendo como es, además, que Damasco, a pesar de los numerosos atentados terroristas que viene padeciendo (o tal vez por ellos), ha permanecido fiel al régimen de Bashar Al-Assad hasta el día de hoy. Si encima, el supuesto uso de armas químicas resulta coincidente con la visita de los inspectores de la ONU a Siria, es del todo impensable que su Gobierno proceda a utilizar este tipo de armamento, cuando, encima, el curso último de los combates les resultaba favorable y, para mayor abundamiento, teniendo la certeza de que el uso de armas químicas es la excusa que Washington espera para justificar su ataque.



Los comensales del banquete para festejar el reparto del botín sirio ya están convocados, sin que falte ninguno de verdadera importancia. Los jefes del Estado Mayor de diez países se reunirán en Jordania "en los próximos días" para abordar las consecuencias de la crisis en Siria y su posible cooperación militar, anunció este viernes un portavoz del Ejército jordano, en un comunicado, quien añadió que la cumbre reunirá a Estados Unidos, anfitrión en casa ajena, Jordania, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Turquía, Arabia Saudí y Qatar, aunque no especificó la fecha, informa Efe.


"El encuentro dará una oportunidad a los países participantes de discutir asuntos sobre la seguridad regional y las repercusiones de los últimos eventos, especialmente en la crisis siria, además de varios aspectos de la cooperación militar entre esos Estados y Jordania", señaló la nota. En román paladino, que la lista de comensales al banquete ya está elaborada sin vaya a haber sorpresa alguna de última hora.




España, como viene siendo habitual en estos casos, será la convidada de piedra y miserable palanganera del sangriento enjuague, como corresponde a una nación tan secundaria en la estrategia de Washington. Como en Irak, los españoles saldremos del lance pringados, con las manos sucias y sin derecho a recoger del suculento banquete más que las migajas, aunque no descarto que Repsol se lleve algún bocado de los postres.

En su reciente entrevista con la CNN, el presidente Obama dio a entender que la intervención en Siria supondría ciertas dificultades, entre ellas las económicas, para Washington, (¡qué cinismo el de este mequetrefe!), aunque dijo que EE.UU. hará todo lo posible "para ver al presidente Al-Assad derrocado".


Porque hoy cobra todavía más valor que entonces, transcribiré un breve texto que aparece en la entrada que acerca del conflicto sirio inserté en este Blog hace ocho meses, exactamente el día 20 de enero de 2012:

La guerra civil en Siria ya está decidida aún antes de que se produzcan los últimos combates –que los habrá y muy duros– porque las guerras modernas no se ganan sobre el campo de batalla de las ciudades sino entre las percepciones de las poblaciones. El centro de gravedad de una guerra, es decir, el hecho decisivo que altera el curso de la contienda, ya no se consigue mediante una victoria militar sino haciendo triunfar la percepción de que uno de los dos bandos va a ganar inevitablemente. El relato de lo que va a ocurrir se convierte en una autoprofecía que se cumple a favor del bando que tiene un relato triunfador. Los rebeldes no han ganado ninguna gran batalla ni conquistado ninguna gran ciudad, pero están consiguiendo imponer su relato de lo que va a ocurrir: que el régimen va a caer por la fuerza, mientras que el relato del régimen –que podrá imponerse a los terroristas jaleados desde el exterior– comienza a hacer aguas.

Las actuaciones militares y diplomáticas de última hora, dentro y fuera de Siria, se enmarcan en la progresiva asunción del relato y conducen la guerra civil hacia su fase final en la que ya se conoce cuál va a ser el ganador y, mientras los bandos se preparan para librar los últimos combates, todos los actores se preocupan por lo que pueda ocurrir al día siguiente de la caída del régimen que de la forma y fecha en que esto sucederá”.


Atentado con coche bomba en el barrio cristiano de Damasco,
en agosto de 2012
EL HOLOCAUSTO SIRIO: POR EL BIEN DEL IMPERIO

Nadie que haya leído mis artículos obre Siria podrá llamarse a engaño, aún a costa de compartir conmigo la evidencia de constatar la frialdad inhumana con la que actúan los oscuros poderes que nos gobiernan, capaces de los mayores crímenes para conseguir sus fines de decidir sin posibilidad de oposición alguna los destinos de nuestro desgraciado mundo en aras de sus propios beneficios.

Si al Comité noruego que concede los Premios Nobel de la Paz le quedara un poco de vergüenza, buscaría la fórmula para retirar el Premio Nobel de la Paz, que tan inexplicablemente concedió a Barak Hussein Obama al comienzo mismo de su primer mandato presidencial.

En deriva de los acontecimientos del Próximo Oriente era previsible el papel que en ellos debería desempeñar Obama, desde el mismo momento en que pronunció en Oslo su discurso cuando le fue entregado el Premio Nobel de la Paz, en el cual hizo una encendida defensa de la guerra cuando ésta resulte necesaria como medio para preservar los intereses de los Estados Unidos: "Me enfrento al mundo como es, y no puedo obviar las amenazas a las que se enfrenta el pueblo americano". Por este motivo añadió Obama su convicción de que "la guerra es necesaria". Como para echarse a temblar, en boca, nada menos, que de un reciente Premio Nobel de la Paz.






Resulta paradójico que fuera precisamente un gran militar quien ya en los años sesenta pusiera en guardia a los Estados Unidos sobre el peligro del propio complejo militar-industrial estadounidense. Suyas son estas palabras admonitorias prnunciadas en un discurso al final de su mandato: “En las asambleas parlamentarias hemos de guardarnos del crecimiento de influencia, tanto patente como oculta, del complejo militar-industrial. El riesgo de que un poder en manos de personas equivocadas crezca desastrosamente existe, y seguirá existiendo también en el futuro. No hemos de permitir nunca que el peso de esta mezcla de poderes ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos. Y tampoco hemos de dar nada por descontado: solo los ciudadanos vigilantes y bien informados pueden imponer la equidistancia entre la enorme máquina militar-industrial y nuestros métodos y objetivos pacíficos, para que la seguridad y la libertad puedan prosperar juntos”.

Eisenhower y el poder de las armas:

Era el 17 de enero de 1961 cuando Dwigth David Eisenhower, presidente número treinta y cuatro de los Estados Unidos, ya casi al final de su mandato, pronunció este discurso. Fue la primera vez que se utilizó la expresión “complejo militar-industrial”, para indicar un conglomerado de intereses en condiciones de influir en la política interna e internacional de los Estados Unidos de América. Han pasado decenios, pero aquellas palabras parecen más actuales que nunca. Afganistán, Irak, de inmediato Siria y previsiblemente en un próximo futuro también Irán… Somos ya muchos los que advertimos las desastrosas consecuencias de la agresiva política exterior norteamericana derivada fundamentalmente de los intereses del complejo militar-industrial norteamericano, que sumados a los derivados del negocio del petróleo, sostienen la economía de la primera superpotencia global de los peligros del incremento de la Deuda, que rozan un impago que resultaría catastrófico para la economía mundial, que bajo el segundo mandato de Obama ha alcanzado el astronómico techo de dieciséis millones de dólares.

No es preciso se experto en Teoría o Política Económica para saber que a más guerras, más negocios o, usar las palabras de aquel actor de inolvidable memoria que fue Alberto Sordi, que “mientras haya guerra habrá esperanza”.

En mi novela “El fuego de San Telmo”, cuya primera edición fue publicada en 2001, meses antes de los atentados en la Torres Gemelas del 11 de septiembre, puse en boca de uno de sus personales, un viejo y sabio sacerdote, las siguientes y casi proféticas palabras: 

“Me parece un despropósito imaginar el advenimiento de un gobernante universal o gobierno mundial que convierta nuestro actual maremágnum en un paisaje idílico donde dejen de existir peleas y todos nos llevemos divinamente. Pero si un gobierno de tipo mundial se impusiera, lo conseguiría en base a la represión y a la fuerza, utilizando la perversión informativa para, encima, hacernos creer lo inevitable del proceso, esto es, que lo blanco es negro. Algo parecido a lo que ocurrió en la Alemania nazi...”


Tal vez podríamos expresarlo  ̵ hablaba nuevamente el cura ̵  diciendo que el fin no se impondrá como un caos, como si, por ejemplo, una pluralidad de potencias cayeran unas sobre otras produciendo una ruptura general de las estructuras, sino que al final se alza una configuración de domino equipada con un enorme poder que, sin embargo, no fundamenta un orden legítimo. La representación de un ámbito social todo puede incluso funcionar de maravilla, técnicamente hablando, desde la producción de bienes de consumo hasta la sanidad y que, sin embargo, es puro desorden...”

EL FUEGO DE SAN TELMO. Novela de José Baena
Prólogo a la edición especial, por Annunziata O. Campa, de la Universidad de Pisa

Más que personaje del novelista Erich Maria Remarque, autor del alegato pacifista que constituye su novela “Sin novedad en el frente”, Barak Obama muestra con mayor claridad cada día que pasa su verdadero rostro, ya perfectamente dibujado por Orwell en su genial novela "1984": estamos ante la mejor réplica del Gran Hermano.

©  Copyright José Baena Reigal







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