martes, 30 de agosto de 2016

  
IMPERIALISMO HUMANITARIO O EL USO DE LOS       DERECHOS HUMANOS PARA VENDER LA GUERRA

                                     Conoceréis la verdad,
                                     y la verdad os volverá locos.
                                                          Aldous Huxley




Tras el acabamiento de la Guerra Fría, la idea de los “derechos humanos” ha sido utilizada como justificación por parte de los poderes militares y económicos –singularmente por parte de Estados Unidos– para tomar el control de otros países, mediante una “intervención humanitaria”. Los criterios utilizados para llevar a cabo esa intervención son totalmente arbitrarios y en cualquier caso, conducen a un escenario en el que las víctimas, en lugar de disminuir, aumentan de manera exponencial. Así sigue ocurriendo en Afganistán, Iraq, Libia y, sobre todo, en Siria, en donde la larga duración del conflicto permite analizar a la luz de la impresionante documentación acumulada, la peligrosísima aberración que supone para la paz mundial que el papel de las Naciones Unidas haya sido sustituido por la voluntad del actual inquilino de la Casa Blanca, un problema que abordé en mi artículo "Obama con licencia para actuar como policía global"


La “ideología de la intervención” ha sido compartida ampliamente por la izquierda, ciega ante el hecho de que los nuevos modos del imperialismo estadounidense hoy se enmascaran bajo la defensa de los Derechos Humanos. Poniéndolo de manifiesto, Jean Bricmont establece el verdadero papel que cumple la ideología intervencionista en la expansión del concepto de "guerra permanente" y el papel que juega Estados Unidos en su nefasta implantación, secundado por la OTAN y la Unión Europea, en un incremento de las acciones bélicas que pueden calificarse ya de guerra global.

Con motivo del décimo aniversario de la publicación del libro "Imperialismo humanitario. El uso de los Derechos Humanos para vender la guerra", publicado en España por el Viejo Topo, fue entrevistado su autor, Jean Bricmont, profesor en la Universidad Católica de Lovaina, para hablar de las principales ideas desarrolladas en el libro, con el conflicto de Siria como telón de fondo.


La rara claridad de las respuestas de Bricmont a su entrevistador motivan sobradamente que me haya decidido a transcribir en su total integridad este reportaje realizado por el periodista Ángel Ferrero y publicado el día 20 de noviembre del año pasado.

Ángel Ferrero: Han pasado 10 años desde la publicación en español de Imperialismo humanitario. ¿Qué le llevó a escribir entonces este libro?

Jean Bricmont: Comenzó como una reacción a la actitud de la izquierda durante la guerra de Kosovo, en 1999, que fue en gran medida aceptada con argumentos humanitarios, y también a la más bien débil oposición del movimiento pacifista antes de la invasión de 2003 en Irak.

Por ejemplo, muchos "pacifistas" aceptaron la política de sanciones impuesta en la primera guerra del Golfo, en 1991, e incluso después, y eran favorables a las inspecciones en los días previos a la guerra sin darse cuenta de que era una maniobra para preparar a la opinión pública para que la aceptase, algo que se hizo público a través de filtraciones posteriores, como los llamados papeles de Downing Street.

Me parecía que la ideología de la intervención humanitaria había destruido por completo en la izquierda cualquier noción de respeto al derecho internacional, así como cualquier actitud crítica hacia los medios de comunicación.


Jean Bricmont

A.F.: ¿Qué cree que ha cambiado en estos últimos diez años?

Han cambiado muchas cosas, aunque me temo que no debido a mi libro. Se trata, más bien, de una realidad que se ha revelado por sí misma, primero, con el caos en Irak, luego en Libia y ahora en Siria y en Ucrania, conduciendo a la crisis de los refugiados y a un estado próximo a la guerra con Rusia, que no sería un simple desfile militar.

Los imperialistas humanitarios siguen ocupados empujándonos hacia nuevas guerras, pero ahora hay una parte considerable de la opinión pública que está en contra de estas políticas. Esa parte es probablemente más importante en la derecha que en la izquierda.

A.F.: El papel de los intelectuales a la hora de legitimar las intervenciones e injerencias occidentales es duramente criticado en el libro, así como sus acciones simbólicas, como la firma de cartas públicas y manifiestos, ¿por qué?

J.B.: El problema con los intelectuales es que les encanta pretender que son críticos del poder cuando en realidad lo legitiman. Por ejemplo, lamentarán que nuestros gobiernos occidentales no hacen lo suficiente para promover nuestros valores (a través de intervenciones y subversiones), lo que, por descontado, refuerza el concepto de que “los nuestros” o “nuestros gobiernos” hacen eso de buena voluntad, algo de lo que conviene dudar, como trato de explicar en mi libro.

Estos intelectuales en ocasiones son criticados, ¿pero por quién? En general por figuras marginales, creo. Siguen dominando en los medios de comunicación y en la esfera intelectual.




A.F.: Otra de las preocupaciones del libro es la degradación del discurso público. ¿Cree que la situación empeorado? ¿Cómo valora el impacto de las redes sociales?

J.B.: El discurso público ha ido de mal a peor, al menos en Francia. Este hecho está relacionado con la censura constante, ya sea a través de demandas legales o campañas de demonización, o del discurso políticamente incorrecto, en el que se incluye a quienquiera que cuestione el discurso dominante sobre los crímenes de nuestros enemigos y las justificaciones para las guerras.

Las redes sociales es la única alternativa que queda a los disidentes, con el inconveniente de que, allí, cabe cualquier cosa, incluyendo las teorías más descabelladas.

A.F. Algunos comentaristas señalan que Rusia está utilizando actualmente su propia versión de la “ideología de los derechos humanos” para justificar su intervención en Crimea o su campaña de bombardeos en Siria contra el Estado Islámico. ¿Le parece justa esta comparación?

J.B.: No creo que Rusia ni siquiera alegue intervenir por motivos humanitarios. En el caso de Crimea, se basa en el derecho a la propia autodeterminación de un pueblo que es básicamente ruso, que fue vinculado a Ucrania de manera arbitraria en 1954 (en una época en la que no importaba demasiado, porque Ucrania era parte de la Unión Soviética) y que tenía todas las razones del mundo para temer un gobierno fanáticamente antirruso en Kiev.


Neonazis ucranianos desfilan en Kiev

En el caso de Siria, han respondido a la demanda de ayuda del gobierno de ese país para combatir a los terroristas procedentes del extranjero. No veo por qué es menos legítima que la intervención de Francia en Mali, que también fue demandada por el gobierno de ese país, o la intervención, más reciente, de Estados Unidos en Irak contra el Estado Islámico.

Por supuesto, los movimientos de los rusos pueden demostrarse como equivocados y pueden debatirse desde un punto de vista pacifista, pero la cuestión fundamental es la siguiente: ¿Quién empezó a desmantelar el orden internacional basado en la Carta de la ONU y la premisa de igual soberanía de todas las naciones? La respuesta, obviamente, es Estados Unidos y sus aliados (en los viejos tiempos, uno estaba acostumbrado a decir lacayos). Rusia sólo está respondiendo a ese desorden y lo hace a través de vías legales.



A.F. No abandonemos Siria. Algunos políticos europeos exigen una intervención militar en Siria y Libia para restaurar el orden y detener el flujo de refugiados hacia la Unión Europea. ¿Qué opina de esta crisis y de las soluciones planteadas por la UE?

J.B.: Los políticos no saben resolver el problema que ellos mismos han creado. Sobre el conflicto, diré que exigiendo la dimisión de Assad como condición previa a resolver la crisis siria y apoyando a los llamados rebeldes moderados (la etiqueta moderado significa aquí, en la práctica, que son los que han sido escogidos por nosotros), previene cualquier solución en Siria. Es más, una solución política debería estar basada en la diplomacia y esto último presupone una evaluación realista de las fuerzas.

En el caso de Siria, ser realista significa aceptar el hecho de que Assad tiene el control del ejército y tiene aliados extranjeros, Irán y Rusia. Ignorar este hecho es una manera de negar la realidad y de rechazar dar cualquier oportunidad a la diplomacia.




Nadie probablemente esperaba la crisis de los refugiados, pero ocurre en un momento en el que los ciudadanos europeos son crecientemente hostiles a la inmigración y a la construcción europea. La mayoría de los gobiernos europeos se enfrentan a lo que llaman movimientos populistas, esto es, movimientos que exigen una mayor soberanía para sus propios países.

El flujo de refugiados no podría llegar en peor momento desde el punto de vista de los gobiernos europeos, por lo que intentan resolver el problema como pueden: con países periféricos como Hungría alzando vallas (que denuncian en público, pero de las que probablemente se alegran en privado), reintroduciendo controles fronterizos, pagando a Turquía para que se haga cargo de los refugiados, etcétera.

También hay, por supuesto, llamadas a intervenir en Siria y resolver el problema "en su origen". ¿Pero qué es lo que pueden hacer ahora? ¿Prestar un mayor apoyo a los rebeldes creando una zona de exclusión aérea, por ejemplo, y arriesgándose a tener una confrontación directa con los rusos? ¿Ayudar al ejército sirio a combatir a los rebeldes, como hacen los rusos? Pero eso significaría dar la vuelta a años de propaganda y políticas contrarias a Assad.

En suma, son rehenes de su propia situación, lo cual es una posición incómoda.

A.F.: ¿Por qué cree que los verdes y la nueva izquierda defienden las intervenciones humanitarias?

J.B.: En última instancia uno debe llevar a cabo un análisis de clase de la “nueva izquierda”. Mientras que la “vieja izquierda” se basaba en la clase obrera y sus dirigentes procedían de esa clase social, la nueva izquierda está enteramente dominada por intelectuales pequeño-burgueses.

Estos intelectuales no son “burguesía”, en el sentido de que no poseen los medios de producción, ni son tampoco explotados.

Su función social es la de proporcionar una ideología que pueda servir de justificación cómoda a un sistema económico y a una serie de relaciones internacionales que están basadas, en última instancia, en la fuerza bruta. La ideología de los derechos humanos es perfecta desde ese punto de vista.

Es lo suficientemente idealista e imposible de poner en práctica de manera consistente (si uno tuviera que librar una guerra contra cada “violador de los derechos humanos”, entonces entraríamos en una guerra contra todo el mundo, incluyéndonos a nosotros mismos), como para permitir a aquellos defensores de la oportunidad observar críticamente a los gobiernos (si no Intervienen lo suficiente).




Sin embargo, desviando la atención de las relaciones de fuerza reales en el mundo, la ideología de los derechos humanos ofrece también a aquellos que mantienen realmente el poder una justificación moral para sus acciones. Así, los intelectuales pequeño-burgueses de la nueva izquierda pueden servir al poder y pretender, al mismo tiempo, ser subversivos. ¿Qué más se le puede pedir a una ideología?

A.F.: En la conclusión del libro recomienda una suerte de pedagogía para el público occidental, con el fin de que éste acepte el fin de la hegemonía occidental y la emergencia de un nuevo orden en las relaciones internacionales. ¿Cómo se puede contribuir a ello?

J.B.: Como dije antes, es la realidad la que está forzando a la audiencia occidental a cambiar. Siempre fue un disparate pensar que se podían promover los derechos humanos con un sinfín de guerras, pero ahora vemos las consecuencias de ese disparate ante nuestros propios ojos.

Debería haber una reorientación radical de las prioridades de la izquierda en los asuntos internacionales: en lugar de intentar resolver los problemas en otros países a través de intervenciones ilegales, la izquierda debería exigir un estricto respeto del derecho internacional por parte de los gobiernos occidentales, la cooperación pacífica con otros países, en particular Rusia, Irán y China, y el desmantelamiento de alianzas militares agresivas como la OTAN.




A.F.: Me gustaría preguntarle sobre Imposturas intelectuales, el otro libro que le hizo conocido para el público no especializado. Este libro, coescrito con Alan Sokal, es una crítica al posmodernismo. ¿Sigue existiendo esa influencia del posmodernismo entre los académicos y en la opinión pública?

J.B.: Me resulta difícil responderle a esta pregunta, porque precisaría un estudio sociológico para el que no cuento con los medios necesarios. Pero debería decir que el posmodernismo, como el giro hacia las intervenciones humanitarias, es otra vía por la que la izquierda se ha autodestruido, aunque este aspecto ha tenido consecuencias menos dramáticas que las guerras y el daño se limitó a una “élite” de los círculos intelectuales.

Si la izquierda quiere crear una sociedad más justa, ha de contar con una noción de justicia. Si adopta una actitud relativista hacia la ética, ¿cómo puede justificar sus objetivos? También tiene que denunciar las ilusiones y mistificaciones del discurso dominante.

Es mejor respaldarse en una noción de verdad que no es una “construcción social”, sin más. El posmodernismo ha contribuído en gran medida a la destrucción de la razón, la objetividad y la ética en la izquierda, y la ha conducido a su suicidio.




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martes, 23 de agosto de 2016

   
       SIRIA: UN MUÑECO ROTO PARA USAR Y TIRAR

                                          Vendrán más años malos
                                          y nos harán más ciegos.
                                                
                                                 Rafael Sánchez Ferlosio





A propósito del conflicto sirio, el prestigioso periodista John Pilger escribió en el diario The Guardian: “La guerra mediática es tan importante como la guerra en el campo de batalla, porque el verdadero enemigo es la opinión pública nacional de cualquier país, y su engaño y confusión se convierten en algo esencial para librar una guerra colonial no popular.”

Dentro de esta estrategia de confusión y caos organizado, tal vez el hecho que hoy reviste mayor relevancia global es la creación del Estado Islámico como instrumento para derrocar a Bashar Al-Assad. Tal como señaló taxativamente el periodista e historiador Robert Freeman en un artículo publicado hace dos años, "el Estado Islámico es un monstruo creado por Occidente". (ISIS: a Monster Created by the West).

A pesar de la inmensa cantidad de documentación hoy disponible acerca de la participación norteamericana en la desestabilización de Siria, incluso antes de que se produjeran los primeros incidentes durante la primavera de 2011, y que la propia Hillary Clinton, en una entrevista publicada el 10 de agosto de 2014 por la revista "The Atlantic" ("Hillary Clinton: Failure to Help Syrian Rebels Led to the Rise of ISIS"), lamentara que la ayuda ofrecida a los “rebeldes sirios” no hubiera sido suficiente para derrocar al presidente Bashar Al-Assad, la mayor parte de nuestros creadores de opinión califican de guerra civil al conflicto sirio, negándose a aceptar que, al igual que la imparable violencia existente en Afganistán, Iraq y Libia, es producto de un plan estadounidense minuciosamente ejecutado en función de las premisas geoestratégicas elaboradas por el grupo neocon que el presidente George W. Bush puso al frente de su Administración con anterioridad a los atentados del 11-S en Nueva York y Washington, y cuya más descarada expresión aparece publicada en el libro de Zbigniew Brzezinski "El gran Tablero Mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos".



En general, los medios de comunicación europeos, y muy especialmente los españoles, siguiendo los criterios establecidos por Washington y la OTAN, han optado por defender a los que de manera engañosa llaman “rebeldes moderados”, identificándolos con pretendidos defensores de la libertad frente a la opresión dictatorial del gobierno de Damasco, sin considerar la ferocidad de sus crímenes ni las masacres de civiles cometidas entre las numerosas minorías religiosas o étnicas existentes en Siria, entre ellas la numerosa población cristiana, que, sin la protección del Estado sirio, las potencias occidentales han dejado abandonadas a su suerte. La Historia juzgará esa miserable decisión, que tiene visos de genocidio, de manera no menos inmisericorde a como ha juzgado la cobardía de los países europeos cuando el arranque del nazismo en Alemania.


Cuesta trabajo creer y produce indignación comprobar cómo la prensa española no se ha hecho eco jamás de ninguna información, por documentada que sea, contraria a la propagada oficial difundida como información fidedigna. Ni siquiera los numerosos y esclarecedores artículos de Seymour M. Hersh, veterano periodista de investigación galardonado con el Premio Pulitzer y otras numerosas distinciones, como el muy conocido reportaje titulado "Military to Militar" (De militar a militar), publicado el día 7 de enero pasado en "The London Review of Books", donde demuestra que la "oposición moderada" en Siria tiene la singular cualidad de no existir.


Según revela Hersh, durante el verano de 2013 fue entregado al presidente Obama un informe ultraserceto elaborado conjuntamente por la Defense Intelligence Agency (DIA, la agencia de inteligencia del Departamento de Defensa) y el Estado Mayor Conjunto, cuyo jefe era en aquel momento el general Martin Dempsey, en el que se vaticinaba que la caída de Al-Assad conduciría al caos y al posible control de Siria por parte del extremismo yihadistas, como ya había sucedido en Libia, algo que yo vengo denunciando en este Blog desde que el día 1º de septiembre de 2012 publiqué mi primer artículo sobre el conflicto sirio: "Siria: la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad" .

En su artículo, Hersh seguía explicando cómo el informe mostraba «que lo que había comenzado como un programa secreto estadounidense para armar y apoyar a los rebeldes moderados que combatían a Bashar Al-Assad fue adoptado por Turquía, convirtiéndose a nivel técnico en un programa general de armamento y apoyo logístico a favor del conjunto de la oposición, incluyendo el Frente al-Nusra y el Estado Islámico. Los supuestos moderados se habían evaporado y el Ejército Sirio Libre (ESL) no era más que un vestigio de lo que alguna vez existió en una base aérea de Turquía». La conclusión del documento era era desastrosa: no existía tal oposición «moderada» viable contra Al-Assad y que, por lo tanto, Estados Unidos estaba entregando armamento a las milicias de yihadistas mercenarios.



Como típico ejemplo de la información sectaria que ofrece la prensa española señalaré el reportaje aparecido en el núm. 1456 de la revista XLSemanal del diario ABC, aunque el contenido sería muy similar si se tratara de El País, El Mundo o de cualquier otro diario nacional, ya que todos son iguales a la hora de manipular a la opinión pública española en todo cuanto se refiera a las guerras decretados por EE.UU. donde y cuando convenga a sus intereses geoestratégicos. Y de las televisiones o de las emisoras de radio españolas, mejor ni hablar.

Bajo el título “Una historia en imágenes. El drama de los sirios que huyen de su país, visto a través de cinco espeluznantes historias”, ABC muestra los horrores del infierno sirio ilustrado con fotos de sus protagonistas. Supongo que, a estas alturas, adivinarán lo que sigue. ¿No...? Pues yo lo diré: Resulta que los pobres desgraciados retratados en sus páginas fueron víctimas, ¡todos sin excepción alguna!, de la crueldad infame de los soldados de las Fuerzas Armadas Sirias fieles al gobierno de Damasco. De los horrores perpetrados por los yihadistas del Estado Islámico no dice ni palabra, de tal modo que a uno le quedan dudas de si el ISIS, el Frente Al-Nusra y las restantes milicias criminales no serán fantasmas inventados por Bashar Al-Assad para tener una excusa que justifique la perversa manía que le ha dado a ese hombre de torturar y masacrar a su propio pueblo.

Puestos a falsear la realidad con semejante descaro, deberemos pensar que las terribles imágenes del vídeo cuyo enlace inserto a continuación, en el que los milicianos del Estado Islámico ejecutan a civiles por ser “apóstatas y seguidores de Bashar Al-Assad” son ficciones producidas por la propaganda del Gobierno de Damasco con la perversa finalidad de denigrar las bondades del yihadismo islamista.

Les prevengo que las imágenes tomadas en Raqqa (PINCHAR AQUÍ)  ), a comienzos de septiembre de 2015 son fuertes y duras de ver.

Milicianos ejecutan a un acusado de ser partidario del Gobierno de Damasco

Nunca ha habido tanta libertad para informar y tan poca veracidad en la información recibida, pese a los esfuerzos de tantos historiadores, periodistas e investigadores imparciales que vienen publicando sus artículos no solamente en canales alternativos, sino en muchos de los diarios y revistas especializadas más importantes de Estados Unidos, pero que, salvo escasas excepciones, no han encontrado eco alguno en nuestros medios informativos, empeñados en demonizar y culpabilizar a las Fuerzas Armadas Sirias leales al gobierno de Damasco y sus aliados rusos de las atrocidades que vienen sucediéndose en la escena siria, ignorando completamente los desastres ocasionados por los bombardeos americanos y franceses, así como los crímenes y desmanes de las numerosas bandas de terroristas mercenarios atrincheradas en Alepo casi desde el inicio del conflicto sirio.

De nada servirán los recientes testimonios directos que aparecen en el enlace (PINCHAR AQUÍ PARA VER EL VÍDEO) correspondiente a la rueda de prensa organizada en la sede de las Naciones Unidas por los miembros del Consejo Norteamericano para la Paz en Siria, quienes se muestran unánimes en denunciar la impostura que supone llamar “rebeldes moderados” a los que no son más que criminales a sueldo llevados a Siria para derrocar a Basahr Al-Assad y desmembrar la nación según el plan diseñado por los halcones de Washington, llevado a cabo a través de milicias terroristas, previamente adiestradas, armadas y financiadas por los propios EE.UU., sus aliados de la OTAN, encabezados por Francia e Inglaterra, y las monarquías feudales del Golfo, con la colaboración de Turquía y Jordania.

Aunque las intervenciones sean en inglés, no tengo duda de que algunos de los intelectuales a los que dedico este documento serán versados en la lengua de Shakespeare y que, por lo tanto, estarán en condiciones de entenderlo. Aunque sin mucha esperanza de conseguirlo, espero que, en el caso de que se molesten en escuchar los testimonios a los que aludo, no justifiquen su desdeñosa ignorancia catalogándolos de “conspiranoicos”, que es el pobre recurso intelectual que suelen emplear para desprestigiar cualquier evidencia que no se ajuste a su versión de la realidad, tan soberbiamente dogmática como políticamente correcta respecto a los criterios impuestos por la campaña de desinformación y propaganda sostenida por la administración estadounidense y difundida por las principales agencias de comunicación occidentales, tal como denuncia el Prof. Tim Anderson, profesor de la Universidad de Sydney y autor del libro "La guerra sucia contra Siria", en su reciente artículo "Siria Endgame: The Battle for Aleppo and Plan C" (Siria final del Juego: La batalla por Alepo y el Plan C). 



Como explica el Prof. Anderson, “la guerra de Washington contra Siria comenzó a través de “milicias proxy” (ejércitos delegados) de acusado sectarismo fundamentalista enviadas para derribar al gobierno de Damasco. Aunque la prensa occidental siga hablando de "rebeldes moderados”, la evidencia es que EE.UU. y sus aliados han apoyado todos los grupos armados que asolan Siria, incluyendo el grupo occidental liderado por el frente armado anteriormente conocido como Jabhat Al-Nusra (ahora rebautizado como “Jabhat Fatah Al-Sham”), en un fracasado intento para evitar el bombardeo sirio-ruso, así como el grupo oriental DAESH-ISIS, que comparte la misma ideología, tan perversa como sectaria”.




En el momento actual, la batalla por el control de la ciudad de Alepo ha obligado a que los grupos yihadistas ofrezcan una última y desesperada resistencia, ya que su derrota implicaría que la guerra decretada por Washington para derrocar a Bashar Al-Assad habrá entrado en su fase terminal, de tal modo que la liberación de Alepo supondrá el principio del fin.

Todo lo que antecede debe servir como prólogo al hecho que me ha motivado para escribir esta entrada: la ignominiosa instrumentalización de la imagen patética del niño sirio Omran Daqneesh como medio de propaganda para la campaña actualmente en curso tendente a frenar los ataques conjuntos de las Fuerzas Armadas sirias y de la aviación rusa contra los mercenarios del Frente Fateh al-Sham y de las otras bandas armadas que controlan todavía una pequeña zona de la enorme ciudad, empleando como escudos humanos a la población civil, que todavía resiste en sus hogares los horrores del asedio y desde donde lanzan sus ataques de artillería, misiles y gases tóxicos contra la mayor parte de la ciudad, controlada por el Ejército Sirio fiel al gobierno de Damasco.



Los medios de comunicación occidentales, que vienen ofreciendo desde antes que comenzara el conflicto, en marzo de 2011, una feroz campaña de manipulación informativa en contra del gobierno de Damasco, han convertido en viral la desoladora imagen del pequeño Omran para impactar en la sensibilidad de esa inmensa mayoría que desconoce lo que viene ocurriendo en Siria desde que Washington decidió intervenir a través de su guerra delegada en las milicias creadas para derrocar a Al-Assad y reproducir en Siria la misma situación de caos que hoy padecen Afganistán, Irak o Libia, atribuyendo a los bombardeos rusos sobre Alepo la responsabilidad de las víctimas civiles ocasionadas, sin aportar ningún tipo de pruebas y sin que jamás se hayan hecho eco de las ocasionadas por los bombardeos realizados por norteamericanos y franceses en las localidades situadas en el noreste sirio.

Como denuncia Bill Van Auken, reportero del World Socialist Web Site, en su artículo "Human Rights. Propaganda Campaing Paves Way for Military Escalation in Syria" (Campaña de propaganda para allanar el camino a una escalada militar en Siria), publicado el pasado sábado, día 20 de agosto, "la a imagen de Omran fue elegida porque la acción aparenta desarrollarse en el sector oriental de Alepo, donde aproximadamente una sexta parte de la población vive bajo el dominio de las milicias islámicas apoyadas por Estados Unidos, la más importante de las cuales es el Frente Fateh al-Sham, que, hasta el mes pasado se llamó el Frente al-Nusra, catalogado como grupo terrorista por el propio gobierno norteamericano. Llama la atención que los miles de niños asesinados por los cañones que los milicianos disparan de manera indiscriminada contra los barrios del Oeste de Alepo controlados por el Gobierno de Damasco no tienen el mismo interés para los conductos lacrimales de los editorialistas de periódicos y las cabezas parlantes de los medios de comunicación. Ni mucho menos, les importan las imágenes de los niños sacrificados en Yemen por los ataques aéreos saudíes llevados a cabo con bombas suministradas por Estados Unidos y el indispensable apoyo logístico del Pentágono”.









Después de cinco años de horrores, comprobar la sensiblera indignación que ha suscitado la foto de Omran me parece una afrenta a las decenas de millares de niños que han muerto o han sufrido amputaciones terribles en el conflicto sirio. Como recuerda Van Auken, “los métodos empleados en esta campaña están muy vistos, por decirlo suavemente. Hace veinticinco años, la primera guerra del Golfo contra Irak fue preparada con un escalofriante relato, difundido en el Congreso de Estados Unidos, según el cual las tropas invasoras iraquíes robaron las incubadoras de los hospitales de Kuwait, dejando morir a los bebés. La supuesta testigo ocular de esta atrocidad, una mujer identificada como enfermera, se supo posteriormente que era hija del embajador de Kuwait en Washington y miembro de la familia real del emirato, de tal modo que toda la historia fue un montaje de falsa propaganda”.

Como Van Auken sigue diciendo, “las fuerzas motrices que subyacen en la renovada campaña de propaganda son de dos tipos. La primera y más inmediata es la necesidad que tiene la ofensiva “rebelde”, financiada por EE.UU. y sus aliados regionales, de romper el cerco a la zona oriental de Alepo que controlan para intensificar la la estancada ofensiva contra la población civil del Oeste de la ciudad ante los significativos avances sobre el terreno de del Ejército Sirio, apoyado por la aviación rusa. De ahí la exigencia necesidad de un alto el fuego inmediato.

"De mayor alcance en sus implicaciones es el desarrollo de la colaboración entre Rusia, Irán, China y Turquía respecto a lo que ha venido sucediendo durante los cinco años que dura la guerra por el cambio de régimen en Siria. En la semana pasada Irán dejó que Rusia utilizara sus bases para atacar objetivos sirios, al tiempo que Pekín anunció un aumento de la ayuda militar a Damasco. Mientras tanto, siguiendo la estela del abortado golpe militar llevado a cabo el mes pasado bajo respaldo estadounidense, Recep Tayyip Erdogan ha buscado un acercamiento con Moscú y Teherán.




Van Auken concluye que "Washington mira con creciente inquietud esta eventual alianza, a la que considera un serio impedimento a la unidad militar para afirmar su hegemonía en el Oriente Medio y sus vastas reservas de energía. Como no puede aceptar semejante desafío sabe que, inevitablemente, tendrá que preparar una respuesta militar. Este es el fin de la campaña de propaganda "humanitaria" para "salvar a los niños" de Siria y rescatar a los milicianos de la “proxy war” (guerra por delegación) vinculada a Al-Qaeda, que forma parte del negocio organizado por Washington”.

La primera pregunta que cabe resolver en relación a la foto del pequeño Omran es de qué fuente procede, es decir, conocer quiénes la filtraron con la finalidad de que se hiciera viral, como ocurrió hace un año con la conmovedora imagen del cuerpecito del niño Aylan Kurdi que yacía en la orilla de una playa griega.

Basta examinar la foto para ver en su esquina superior izquierda que procede del "Aleppo Media Center", un equipo de prensa al servicio de los “rebeldes moderados” apoyados por Estados Unidos, que coordina su trabajo de intoxicación con los voluntarios denominados “Cascos Blancos”, una ONG fundada en 2013, que recibe su financiación de Estados Unidos y Gran Bretaña, según aparece documentado en el artículo The U.S./UK Financed "White Helmets" Shitik-Fake "Child Rescued" videos (Estados Unidos y el Reino Unido financian los vídeos de los Cascos Blancos con la falsa escenificación del niño rescatado). 

La organización denominada “Cascos Blancos” se presenta a sí misma como neutral y apolítica, pero la realidad es que apoya a uno de los bandos enfrentados en el conflicto sirio: precisamente al de los yihadistas islámicos y a las potencias que buscan perpetuar la guerra en Siria. Esta afirmación se basa en el conocimiento de que Defensa Civil Siria recibe su financiación principalmente de Estados Unidos y Gran Bretaña, volcando su interés actual en la campaña para detener los bombardeos de Alepo con la finalidad de evitar la eliminación del los milicianos del Frente Al-Nusra, que recientemente cambió su nombre para llamarse Fateh Al-Sham, una maniobra puramente cosmética para, al menos nominalmente, no aparecer catalogado como terrorista ante la despistada opinión pública occidental.


James Le Mesurier, el super agente británico creador de los Cascos Blancos

Los “Cascos Blancos” fueron creados en Estambul en el mes de marzo de 2013 por James Le Mesurier, un especialista británico en “seguridad” y ex- oficial de la inteligencia militar británica, con un impresionante historial de servicio en algunos de los teatros en los que levantan mayores interrogantes las intervenciones de la OTAN, incluyendo Bosnia y Kosovo, así como Irak, Líbano y Palestina. Le Mesurier pertenece a la élite formada en la británica Real Academia Militar de Sandhurst, con una hoja de actuaciones de muy alto perfil al servicio de las Naciones Unidas, la Unión Europea y los servicios para el extranjero de la Commonwealth.

Mientras la organización afirma que no recibe fondos procedentes de ningún gobierno, aparece perfectamente documentada una recepción de veintitrés millones de dólares del gobierno norteamericano, canalizados a través de la USAID (U.S. Agency for International Development), que tiene el descaro de tipificar como "ayuda a las iniciativas para la transición política en Siria", así como diversas subvenciones de importancia procedentes de los gobiernos del Reino Unido, Japón, Dinamarca y Países Bajos, todos ellos favorables a contribuir económicamente a la campaña norteamericana para derrocar a Bashar Al-Assad. 

Si examinamos el expediente de James Le Mesurier también veremos sus relaciones con la contratista militar Olive Security, relacionada con Blackwater, una de las empresas favoritas del Pentágono para sus multimillonarios contratos con los ejércitos privados y tristemente famosa por sus matanzas en Irak, así como con Good Harbour International, firma beneficiada por las concesiones gubernamentales para la “reconstrucción” de Irak, dirigida por Richard Clark, ex-asesor de Seguridad del presidente George W. Bush, con lo que los negocios vinculados a la destrucción por la guerra y la reconstrucción de lo destruido, al menos en teoría, quedaban en familia. No hace falta más para saber que las tareas de Le Mesurier consisten en llevar a acabo de manera encubierta, bajo la fachada de una organización privada e independiente, aquellas acciones de guerra sucia que Estados Unidos y Gran Bretaña no pueden realizar directamente en Siria. 



Por si fuera poco, el otro gran dirigente de la organización es Raed Al-Saleh, que a través de Defensa Civil Siria actúa como enlace exterior para la propaganda de los “rebeldes moderados” protegidos por Estados Unidos y sus aliados, existiendo una abundante colección de imágenes que muestran la activa colaboración de esta organización con las milicias del Frente Al-Nusra, en algunas de las cuales aparecen festejando la toma de ciudades por parte de los terroristas, así como la difusión de imágenes propagandísticas que muestran cadáveres de soldados del Ejército Sirio expuestos como trofeos de guerra. A tal punto llega la desvergüenza de Defensa Civil Siria, que existen numerosos ejemplos de vídeos en los que sus integrantes, agradecen las acciones criminales de Al-Nusra, calificándolas de "modelo a seguir". 


Raed Al-Saleh

Como nota absolutamente delirante en relación a Raed Al-Saleh, cabe señalar que después de haber sido propuesto para recibir el Premio Nobel de la Paz (todo es posible después de haberlo obtenido Barack Obama), le fue prohibida la entrada en Estados Unidos a su llegada al aeropuerto de Nueva York, porque su nombre figuraba en la lista de terroristas elaborada por el FBI. Que nadie piense que fue detenido, sino que, ante el temor de que el asunto fuese aireado por la prensa y utilizado para establecer conexiones indeseables, fue devuelto a Estambul, tal como explicó ante los medios los medios de comunicación Mark Toner, portavoz del Departamento de Estado.

A quien desee informarse más cumplidamente de las actividades realizadas por los Cascos Blancos, recomiendo que vea en su integridad el documento Syria´s White Helmest: War of Deception-"Moderate Executioners" (Los Cascos Blancos de Siria: Guerra por medio del engaño – "Verdugos moderados"), publicado el 28 de octubre de 2015 por 21st Century Wireless.

Si después de todo lo expuesto y sabiendo que gran parte del conflicto sirio se juega en Alepo, alguien siguiera creyendo que la viralización de la foto del pequeño Omran Dagneesh no forma parte de una campaña orquestada por quienes vienen apoyando a las milicias yihadistas y que, por tal motivo, buscan detener como sea la exitosa ofensiva contra los yihadistas de Al-Nusra emprendida por las Fuerzas Armadas Sirias y la aviación rusa, sino que se inclinara a pensar en términos de buena fe para aceptar estamos ante un testimonio gráfico obtenido y difundido con fines humanitarios por una organización altruista al servicio de la noble causa de la paz, seré libre de incluir a tal sujeto en la categoría de “aquellos que no piensan más que con el pensamiento de todo el mundo”, según el decir de D. Miguel de Unamuno, quien los consideraba como casos ejemplares “de imbecilidad por sentido común”.

A ellos dedico las esclarecedoras palabras pronunciadas por Karl Rove, asesor de George W. Bush, recogidas por Ron Suskind en su artículo "Without a doubt: faith, certainty and the presidency of George W. Bush", publicado en The New York Times, el día 4 de octubre de 2004: “La gente cree que las soluciones provienen de su capacidad de estudiar sensatamente la realidad discernible. En realidad, el mundo ya no funciona así. Ahora somos un imperio y, cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras tú estés estudiando esa realidad, actuaremos de nuevo, creando otras realidades que también podrás estudiar. Somos los actores de la Historia, y a vosotros, todos vosotros, sólo os queda estudiar lo que hacemos”.