jueves, 7 de septiembre de 2017



                  ¿ARDE CATALUÑA?

                   Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
                                                               Cicerón, Primera Catilinaria




Pese a quien pese, son los independentistas quienes llevan la iniciativa en Cataluña desde hace demasiados años, porque los gobiernos de la Nación, que representan la legalidad del Estado, siempre se han movido a rastras y a trompicones, forzados por los acontecimientos. No hay más alternativa a la realidad presente: para contener la violencia golpista es preciso utilizar la violencia legítima contemplada y amparada por la Ley. Y lo más apabullante de todo es que lo sucedido hasta ahora en Cataluña no es más que un simple prólogo de lo que vendrá a partir del lunes con la celebración de la Diada y, sobre todo, a partir del 1º de octubre: la calle en llamas. Nada nuevo en la Historia. Ya lo dejó escrito Curzio Malaparte en su libro "Técnicas de golpe de Estado", un clásico que es también un manual para las actuaciones golpistas de toda laya.



Aún en el supuesto de que Puigdemont y algunos de sus más destacados golpistas sean detenidos, ya es demasiado tarde para detener la violencia callejera que sobrevendrá. Aunque los incendiarios sean apresados, la hoguera seguirá ardiendo, porque hay mucho combustible almacenado. Así está previsto que suceda y así ocurrirá. Hasta puede que un nuevo y oportuno atentado presuntamente islamista, por supuesto, venga a agravar todavía más la explosiva situación generada. Si pese a todo, Rajoy es capaz de contener la segunda fase del golpe iniciado, habrá cumplido con su deber y no habrá que agradecerle nada, pero si no lo es, pasará a la posteridad como el mayor felón que ha habido en la Historia de España. No hay disyuntiva intermedia. Pero ahora estas consideraciones son zarandajas. Lo más terrible del caso es que, queramos o no, en Cataluña nos las jugamos todos los españoles. Porque, como en Hamlet, se trata de ser o no ser. Esta es la cuestión.